Te has cruzado con ella, seguro. Se llama decisión, ímpetu, empeño… Cuando has ido por Canillas, te has cruzado con ella y algo has notado, pero no la has reconocido, ¿verdad? Alta, de chaqueta, melena larga e intensidad en cada momento. Escritora, poeta y (esto con cierta timidez) embajadora universal de la Paz.

Acaba de aterrizar de un vuelo procedente de Ginebra, retenido por una huelga de controladores y por los atentados de Bruselas, pero esta entrevista es anterior. Se remonta a un tiempo en que Carmen no conocía Radio Enlace. Estamos en diciembre del 2015, horas previas a la Noche Buena, y nos hemos citado en el SITA Lounge&Coffee, un restaurante casi escondido junto a la avenida de Machupichu cuya decoración es un primer marco para definirla: original, cómodo, distinguido, popular, detallista, colorido, elegante, acogedor, moderno, clásico, europeo y modernista.

En aquel remoto diciembre de hace unas semanas, María del Carmen recién aterrizaba del Congreso Mundial de Escritores Enrique Laguerre, que había tenido lugar en la universidad de Mayagüez, Puerto Rico, donde recibió el premio César Vallejo. Ese fue el motivo de una entrevista en Radio Enlace. Ahora, es ella quien las hace.

PREGUNTA: ¿Cómo has llegado a ser embajadora?

RESPUESTA: Me lo propuso el poeta Carlos Garrido Chalén, vicepresidente de la Unión Hispanomundial de Escritores (HUE), a mi vuelta de Puerto Rico. Me quedé muda y me preguntó si me había desmayado. Tardé en enviarle la biografía que me pidió para presentarme en Ginebra y, finalmente, me nombraron embajadora del Círculo Universal de Embajadores de la Paz el 10 de diciembre, el Día Internacional de los Derechos Humanos.

P: ¿Y qué tienes que hacer?

R: De momento, seguir con mi actividad. Se trata de participar en actos en los que hables a favor y en pro de los derechos humanos con libertad, algo muy bonito.

P: ¿De dónde eres?

R: Nací en Chamberí; después, mis padres se fueron a Suiza. Volví a España con ocho años y con tres idiomas. Mis padres se instalaron primero en el barrio de Orisa. Allí fui al colegio Azorín y, después, cuando nos fuimos a Canillas, pasé al colegio Santa Francisca Javier Cabrini. Sigo teniendo amigas del alma de aquel entonces: Ana Calleja, Mari Carmen Franco…

P: ¿Siempre en el barrio?

R: Estuve con dieciocho años en Londres estudiando inglés y trabajando en un hotel como chamberman, haciendo camas, limpieza… Recuerdo a un grupo de españoles para los que trabajar en la limpieza era menospreciable; sin embargo, yo notaba que personas de otros países te miraban de tú a tú porque iban a estudiar.

P: ¿Volviste?

R: A los tres meses. Después, me casé con mi novio. Sus padres eran de Hortaleza de toda la vida. Luego, nos separamos, pero mantenemos una muy buena relación. Tenemos dos hijos: Sandra, que se ha ido a vivir a Edimburgo, hizo Bellas Artes y es quien ha ilustrado mis libros, y Miguel, que está estudiando informática y, ahora, ha encontrado un trabajito.

P: ¿Dónde empezaste a trabajar?

R: Fue en la editorial Julián Yébenes. En la entrevista de trabajo, una de las preguntas consistía en un problema matemático. Contesté que soy de Letras, pero me pidió que le dijera las provincias españolas en orden alfabético. A eso, tampoco respondí. Me regañó, me dijo que qué forma de estudiar y me fui tan contenta. Pero, solo llegar a casa, me llamaron porque empezaba a trabajar. Hice de todo, desde coger el teléfono a pequeños artículos.

P: ¿Ese ha sido tu mundo profesional?

R: No, de ahí, pasé al sector de la automoción. He trabajado en Ford, en Porsche, en Saab, en Daewoo… Y, ahora, con los japoneses.

P: ¿Y tu paso a ser escritora?

R: La escritura siempre me ha gustado. Siempre, siempre. Escribía, lo guardaba en un cajón, luego lo rompía. En 2006, mi madre me empezó a contar lo que había vivido, lo que había pasado y me dije que esto lo tenía que escribir. Publiqué Flores entre escombros en 2008 y me desaté.

P: ¿Cómo lograste que te publicaran?

R: Legalicé lo que había escrito. Lo envié a varias editoriales. Entonces, me contestaron a los dos o tres meses que muy bien, pero que ya tenían su presupuesto cerrado. Pero me llamaron de la editorial Éride y me dijeron que les había gustado mi historia y que querían publicarme. Casualmente, la editorial está en Puente de Vallecas y la persona que llevaba la edición conocía los lugares de mi novela y le gustó.

P: ¿Fue por casualidad?

R: No creo en la casualidad. Todo tiene un porqué. Una de mis mayores ilusiones era escribir y que se me conociese por mi escritura. Creo que, cuando deseas algo con fuerza y con el corazón, lo consigues.

P: ¿Cómo es tu literatura?

R: Mis libros no son de cuatrocientas páginas, pero son densos porque intento dar la mayor información posible en el menor espacio. En esto, influyó la maestra que tuve con ocho años, que me obligó a resumir y resumir una redacción sobre un relato de Azorín hasta que lo dejé en la frase “El niño subió y bajó del palo” (risas).

P: Como escritora tardía, ¿qué recomiendas?

R: Hay mucha gente que tiene miedo y no quiere saber, despertar. Tiene miedo a romper y ser lo que realmente quieren ser por la familia, por los amigos, por la sensación de ridículo… Si tengo esta ilusión, tengo que perseguir esta ilusión. Se puede conseguir y, si no se consigue, no pasa nada, pero, por lo menos, lo has intentado. Lo más triste es decir tenía que haberlo hecho y no lo hice. Y es a cualquier edad, no importa la edad. Si tienes setenta u ochenta años, cómete el mundo, ¡venga, a por ello!

P: ¿Es hoy la literatura de mujeres?

R: La cultura ha estado bajo el dominio del hombre durante cuatro mil años y nuestra presencia es de escasos doscientos años. A las mujeres, no se nos estaba permitido escribir. En la biblioteca de Retiro, di una conferencia sobre el papel de la mujer en la literatura y muchas de las asistentes salieron diciendo que ellas podían.

P: En Radio Enlace, hay poca participación de mujeres…

R: ¿Qué podría hacer yo en la radio?

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