Siempre hace calor por las fiestas, llego con ansiedad (¿cómo se llama este parque? El parque de las tetas, no puede ser), nada que no calme una cerveza, o dos, me encuentro gente, de esa que te suena pero no sabes muy bien de qué, es agradable saludar, te cambia el horizonte del ojo, y a veces es un apuro, aparece alguien que sí conoces y tú hablando con este, no consigues sacar su nombre del archivo y tienes que presentarlo, no recuerdas quién es, mi primo, creo, lejano, de esa parte de la familia que no ves casi nunca —tengo una familia así, sabes que existen, pero en un pasado de casa que huele a paredes encaladas y pintura húmeda, en verano, mi padre con un pañuelo con cuatro nudos en las esquinas en la cabeza mientras pinta la casa, los muebles tapados con sábanas viejas para darle a la brocha sin manchar, comíamos un bocadillo sentados en el suelo, filetes empanados y pimientos; yo en cambio soy tan torpe para las cosas domésticas, ni pintar ni poner un mal clavo—, y al final buscas cualquier excusa, un giro en la música, un gesto a alguien detrás, un pretexto para salir, vas a otra caseta, pides más cerveza, un bocadillo tal vez, qué secos están siempre aquí, saben a polvo, en este parque hay mucho polvo, cientos de pies fatigando el suelo, botas y deportivas y sandalias, los chavales no paran, de acá para allá, las fiestas son suyas, se van y se esconden, los municipales hacen la vista gorda y ellos aprovechan, porro-birra-magreo, y luego a menearse en esas máquinas, el pulpo, una falla gigantesca como las de Valencia, siempre retratan a políticos, a la Barberá, aquí al pulpo podrían ponerle la cara de Aguirre, estaría bonito, en Italia a la mafia la llaman la piovra, el pulpo, como ellos, tiene tentáculos, uno no se hace a la idea de que puedan haber robado tantos años por todas partes, tienen imaginación los tíos, aunque sea para el mal, y lo peor es que les va a salir gratis, la gente los sigue votando, a lo mejor muchos de los que hay aquí bebiendo, comiendo bocadillos, siempre hay una caseta suya, ahora dos, azules y naranjas, con muchas sillas, aunque estos no son de ferias, siempre fueron más nuestras, desde pequeño, de la mano de mis padres, la fiesta del partido comunista, el transistor, el Madrid gana una liga, Boškov dice «fútbol es fútbol», las fiestas del barrio, unas cervezas, seguro que conozco a alguien, y además ahora vengo con mi propia familia.

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