Me dijeron que era del barrio y escribí pidiendo ayuda a la oficina del ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. La respuesta fue rápida y nos citamos en Manoteras.

Eficaz, claro, directo, inmediato, puntual, discreto…, pero apasionado. No es su imagen de la televisión, no la que yo esperaba. Fernando se crece en lo suyo, en lo vivido, en la palabra y la memoria. Un saludo rápido y lo dice con energía jovial: “Yo soy memoria viva del Manoteras antiguo”, una memoria incapaz de contenerse.

Hemos quedado en el territorio de su infanto-adolescencia, allá donde un cuadrado de bloques rojizos de ladrillo y un trapezoide de arena son las extensas y primeras fronteras de su vívido universo, de sus mil lides futboleras o tenísticas de sol a sol. Casi no saldremos durante la entrevista de las faldas de la Torre Eiffel de Manoteras, pero viviremos por el extenso barrio que palpita en sus recuerdos.

El tiempo vuela y nos hacemos pesados porque queremos saber más, más sobre lo que representa aquel niño que se sabe de clase obrera y que se contagió de las aspiraciones de sus padres sin renunciar a su origen. Fernando es un hortalino instalado en el continuo regreso porque nunca cortó ese cordón umbilical con la calle Cuevas de Almanzora, un territorio mítico.

PREGUNTA: ¿Del barrio de toda la vida?

RESPUESTA: Mis padres son de los primeros vecinos que vinieron en el año 61 y yo nací en el 62. No había nombre de calles, esto era la T, la V y la S.

¡Qué lío para las cartas!

Me acuerdo perfectamente de mi dirección, que era T5, bloque 2.º, escalera 2.ª, 5.º izquierda.

¿Chico de barrio?

Nunca he dejado de ser un chico de barrio porque, además, en este territorio y en este paisaje, se aprenden muchas cosas. Y se aprende y te transmite una escala de valores, una conciencia de clase, vamos a decir, que te permite relativizar mucho las cosas de la vida, empatizar con la gente que sufre, que es gente vulnerable…

¿Ha sido una ventaja?

Eso es siempre un valor añadido. Siempre lo ha sido para mí que, al ejercer el periodismo, he tenido que hablar con reyes y mendigos, como se dice siempre, pero digamos que este origen y esta procedencia de proceder de donde procedo ha sido como una herramienta para entender mucho mejor al prójimo. Y entender las circunstancias en las que vive la gente y luego trasladarlas al periodismo, la radio, la televisión, los documentales o los libros.

¿No vives aquí?

En La Latina. Me gusta venir y ver un poco la evolución. Bueno, una cierta nostalgia porque nada es como yo recuerdo.

¿Cómo lo recuerdas?

Todo esto era arena. Entonces, jugábamos aquí al fútbol. Poníamos aquí una portería y la otra portería un poquito más allá de donde está el coche. Y luego jugábamos al tenis y poníamos una red entre el barrote y el árbol que estaba ahí. Ahí jugábamos al tenis, a las chapas y al fútbol…

“Era una vida muy de barrio, una vida que recuerdo con mucha nostalgia”

¡Qué lujo!

Era una vida muy de barrio, una vida que recuerdo con mucha nostalgia. Porque, claro, ahí vivía mi amigo Antonio, ahí vivía Luis Manuel y entonces las madres se asomaban por la noche “a cenar” (imita el grito) y seguíamos jugando al fútbol. Eran partidos interminables de 120 a 80…

¿Solo en este recuadro?

No te podías salir de los límites. Era justo hasta la esquina donde había un puesto de chucherías, el llamado puesto verde. El señor tenía chucherías, pastillas de leche de burra que se llamaban.

¿Y crecieron los límites?

Cuando ya eres un poquito mayor, ir al mercado o a jugar a la máquina del Ojos de Mar, que se llamaba Jalisco. Y luego ya, los más atrevidos, entre los que yo me encontraba, estábamos fascinados y a veces cruzábamos una larga caminata hasta La Moraleja, a los chalés de los americanos.

¿Tan lejos?

Recuerdo haber ido a La Moraleja con 15 o 16 años porque era fascinante ver en el césped qué había delante de las casas de los americanos, que entonces no lo tenían vallado. Hacían mercadillos dominicales y entonces ponían bates de beisbol, guantes, camisetas de baloncesto…, que para nosotros eran una cosa fascinante.

Fernando Olmeda

Fernando Olmeda frente al portal en el que vivía en Manoteras. ANA NAFSI

¿Dónde estudiaste?

Yo fui al Virgen de Loreto y al Méndez Núñez. Iba a la parroquia de Jesús de Nazaret ahí abajo. Luego ya, en sexto de EGB, porque aquí ya no había más en aquel momento, me fui al colegio del Sagrado Corazón, que era el que estaba más cerca porque se cogía el 29 y se llegaba ahí a la plaza del Perú. Finalmente, en el 82 nos fuimos a Pinar de Chamartín.

¿Época de universidad?

Exacto, pero todavía estuve aquí con el golpe de Estado. Me acuerdo perfectamente de aquel día de febrero del 81, que vine del cuartel en el 29.

¿Estabas haciendo la mili?

Sí, en Cuatro Vientos. Estaba en la universidad y a las seis y veinte se disolvió la clase y cogí el 16 y luego el 29.

¿Cómo empezaste en los medios?

Empecé en la radio, en la Cadena SER y luego en Tele 5. He hecho muchas cosas, sobre todo en televisión; estuve como miembro del equipo inicial de Telemadrid en el año 89. Luego, profesional independiente haciendo televisión, pero muchas otras cosas. Todos son palos de la comunicación.

¿Dónde estás ahora?

Ahora estoy en un ministerio y es otro tipo de trabajo, pero siempre se echa de menos ir a la radio, a la televisión o encuentros con gente y todo eso. Todo va circulando. Cada época tiene su interés y cada día tiene su afán como dice aquel. Ha sido una trayectoria que ha estado muy bien.

“Un periódico vecinal, local, de barrio es un corazón que no deja de latir”

¿Conocías Hortaleza Periódico Vecinal?

Sí, claro. Sí, sí, sí. Tengo algunas ideas al respecto. Las publicaciones locales vertebran. Sin ninguna duda. Para mí son muy importantes. Porque, si no, vivimos en una sociedad de personas incomunicadas entre sí que viven en la puerta de al lado y que solo en ocasiones muy puntuales o para acontecimientos muy determinados se reúnen. Eso por un lado es muy importante, como corazón que late. Un periódico vecinal, local, de barrio es un corazón que no deja de latir. Si se para eso, es todo como más triste.

¡Gracias! Es una perspectiva interesante.

Por otro lado, el puro ejercicio de la escritura, es decir, el hecho mismo de contar historias, de informar, de contar historias curiosas, de contar la vida de un vecino más que ha tenido una trayectoria determinada hace que personas como tú y otros, los jóvenes y los menos jóvenes, tengan la posibilidad de desarrollar la escritura, la expresión a través de la palabra. Y eso es fundamental, eso es muy importante. ¿Cuánta gente puede contar historias aquí y cuánta gente como vosotros está encantada de servir de intermediario para que otros lo lean, no? Es enormemente valioso.

¿Hiciste información local?

Yo empecé en información local, o sea, lo primero que hice fue en Radio Móstoles fue información local. Todo tipo de cosas de Móstoles, que iba creciendo, pero todavía era pequeño, y luego en Radio Madrid en los años 80. La gran escuela del periodismo es la información local y, cuanto más local, mejor.

Os animo a que se siga publicando y que tenga la mayor continuidad posible. Además, que eso signifique otro factor interesante que es la participación ciudadana. Tú y yo sabemos lo importante que fue en su momento la participación ciudadana y cómo esa idea participativa hasta hace unos años estaba muerta en Madrid. El cambio del Ayuntamiento en 2015 significó que hubiera una cierta vocación más participativa. Hasta los presupuestos eran participativos. Esa idea de lo municipal, de lo local, de la participación vecinal tiene que recuperarse.

¿Te suena Radio Enlace?

Todo lo que te he dicho del periódico es extensivo a Radio Enlace. Cualquier emisora de radio, TeleK, las radios municipales, las radios locales…, todo esto tiene un enorme mérito en todos los sentidos.

“Estoy preparando una novela que se va a ambientar en un paisaje urbano muy parecido a este por el que estamos caminando ahora”

¿Algún nuevo proyecto?

Te puedo decir así, como gran primicia, que…, bueno, como te he dicho antes, vengo con frecuencia porque mi madre vive ahí en Pinar de Chamartín y siempre he venido por, mitad nostalgia, mitad búsqueda de inspiración. Entonces, estoy preparando una novela que se va a ambientar en un paisaje urbano muy parecido a este por el que estamos caminando ahora, muy parecido.

No necesariamente tiene que ser Manoteras, pero muy parecido porque aquí encontré inspiración para mi vida y también inspiración para esto que estoy haciendo ahora, para esta futura novela que espero que vea la luz pronto. Eso también me gusta y me hace feliz.

¿La presentarás en Manoteras?

Cuando queráis, a disposición de la asociación o de quien sea para hablar de ese libro, para hablar de literatura, de periodismo, de televisión, de lo que sea…

¿Te puedo hacer una foto?

Encantado. Estamos terminando la entrevista en frente de mi habitación. Era donde están los tiestos, la siguiente ventanita. Esa es mi habitación, esa ha sido mi habitación veinte años y ahí empecé a estudiar periodismo y…, bueno… Es un excelente final para la conversación.

Fernando Olmeda

Fernando Olmeda señalando la ventana de su antigua habitación. ANA NAFSI

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