Ohad Naharin, coreógrafo, director artístico de Batsheva Dance Company y creador del movimiento GAGA, fue el encargado de realizar el manifiesto sobre el Día Internacional de la Danza de este año, y una de sus frases resume perfectamente la jornada que se vivió el pasado 29 de abril en el centro cultural Carril del Conde: “En el mejor de los casos, la danza puede ser sublime, incluso si está lejos de ser perfecta”.

Tanto Elías Lafuente como Isabel Olavide –directores de las compañías participantes, Danza Down y A Nuestro Ritmo–, lo saben bien, pues llevan un par de décadas trabajando con niños con síndrome de Down y otro tipo de patologías. Ambos se dieron cuenta de que a algunas personas se les estaba negando la oportunidad de aprender a bailar simplemente porque son distintas y comenzaron sus proyectos desde dos áreas que, aunque diferentes, van unidas de la mano: la danza clásica y el flamenco.

¿POR QUÉ LA DANZA?

Según cuenta Isabel Olavide, “la danza es una de las expresiones artísticas más antiguas. El hombre desde sus primeros tiempos utiliza el lenguaje del cuerpo y el movimiento para manifestarse en su entorno, ante los demás y ante el universo, así conecta de una manera directa su esencia con el mundo exterior, sin ningún tipo de distorsiones o intermediaciones. Es la expresión del alma en la forma más instintiva”.

Es algo que se lleva dentro y los alumnos pueden expresar sus sentimientos a través de la música. Toda disciplina lleva implícita una técnica que deben aprender para luego poder llevar a cabo las coreografías, pero sin olvidar la parte emocional que resulta tan importante para ellos.

BENEFICIOS DE LA DANZA

Para Elías Lafuente, “el aprendizaje de las diferentes formas de danza, especialmente la clásica, hace que el receptor de esta información procese mentalmente y memorice las diferentes variaciones biomecánicas en conjunción con la métrica musical y su posterior ejecución”.

Todos ellos pasan por un periodo de aprendizaje, tanto a nivel cognitivo como muscular, que los mantiene activos, mejorando de esta manera su memoria y su movilidad.

ESPECTÁCULO FINAL

Si bien terminaba la mañana con un taller de danza en el que todo el mundo pudo participar, el cierre de la tarde fue aún mejor. Los alumnos y alumnas de ambas compañías dejaron boquiabiertos al público que llenaba el salón de actos con su repertorio, desde El lago de los cisnes hasta flamenco y sevillanas. Como dijera Martha Graham, considerada la madre de la danza moderna, “los grandes bailarines no son geniales por su técnica, son geniales por su pasión”.

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