La historia del servicio de Bicimad dio comienzo en el año 2013, cuando el gobierno del Ayuntamiento del Partido Popular, con Ana Botella como alcaldesa, sacó a licitación un servicio de alquiler de bicicletas con 1.580 unidades y 120 estaciones.

Según las cláusulas del contrato la duración sería de 12 años. La licitación fue adjudicada a Bonopark, una empresa navarra cuya experiencia en el sector de la movilidad urbana se reducía a ciudades pequeñas, que presentó la oferta más baja pese a haber agregado por su cuenta que el servicio se cumpliría usando bicicletas eléctricas, mucho más caras y con un mantenimiento más complicado.

Desde el punto vista financiero, el proyecto nació muerto por los altos costes operativos y la situación se agravó por una pésima gestión financiera de la empresa adjudicataria. En consecuencia, Bonopark empezó a sufrir graves problemas económicos, lo cual llevó a una caída pronunciada en la calidad del servicio tan solo unos pocos meses después de haberse inaugurado con bombos y platillos.

PROBLEMAS CONSTANTES

Pese a que el servicio inicialmente fue recibido con una gran expectativa por parte de la ciudadanía madrileña, casi inmediatamente, los problemas de la empresa adjudicataria llevaron a un descenso constante de usuarias y usuarios, acompañado de un aumento de las quejas por su parte.

Esta situación siguió deteriorándose hasta que, en el 2015, ya con la gestión del Ayuntamiento en manos de Ahora Madrid, Bonopark exigió al gobierno municipal que inyectase casi nueve millones de euros para evitar la interrupción inmediata del servicio.

Las hortalinas y hortalinos tendrán que desplazarse más de tres kilómetros hasta la estación más cercana de Bicimad, junto a metro Colombia

Las condiciones de la licitación original beneficiaban a la empresa adjudicataria, así que el Ayuntamiento se vio obligado a buscar una solución que evitara su cierre y que, al mismo tiempo, no resultara ruinosa para las arcas municipales.

Así fue como se llegó a un acuerdo con Bonopark por el cual la gestión de Bicimad pasó a estar a cargo de la Empresa Municipal de Transportes. Al hacerse cargo del servicio, la EMT se planteó el objetivo de afianzarlo en las zonas que ya estaban cubiertas desde su inauguración y, al mismo tiempo, extenderlo a aquellos distritos a los que aún no llegaba.

LA AMPLIACIÓN QUE NO LLEGA

Sin embargo, como explican desde el gobierno de Ahora Madrid, el contrato actual solo permite el aumento de 468 bicicletas anuales, en lugar de las 1.500 que cubrirían la demanda necesaria para funcionar en toda la capital.

Tanto el PSOE como Ahora Madrid coinciden en la necesidad de la ampliación, de hecho la Junta de Hortaleza solicitó en 2015 la ampliación del servicio a Hortaleza, pero la cercanía de las elecciones municipales de mayo hizo imposible un acuerdo entre ambas formaciones sobre cómo realizarla. En consecuencia, el pasado febrero, se inauguró la tan esperada ampliación, pero reducida a las 468 bicicletas nuevas que estipulaba el contrato original.

Con este incremento, Bicimad ha pasado a contar con 4.000 bicicletas y 350 estaciones, lo que ha permitido empezar a reforzar el servicio que se presta en los distritos de la almendra central de la ciudad y también, por primera vez, cruzar la M-30 construyendo estaciones en los distritos de Puente de Vallecas y de Ciudad Lineal.

Mientras tanto, las hortalinas y hortalinos seguirán teniendo que desplazarse más de tres kilómetros hasta la estación más cercana de Bicimad –la 160, junto a metro Colombia– para poder hacer uso de un servicio vital para el transporte ciudadano y el cuidado medioambiental de la ciudad, con la esperanza de que el nuevo gobierno que surja de las urnas el 26 de mayo logre municipalizar el servicio y cubrir las necesidades de todos los distritos de la capital, incluido Hortaleza.

 

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