La historia que viene a continuación es una de las más interesantes y probablemente más desconocidas de las que he recopilado en torno a nuestro distrito, y se refiere a la forma de expresarse de los antiguos paisanos de estas tierras.
Don Juan Hurtado de Mendoza, miembro de una destacada familia madrileña descendiente del Marqués de Santillana, publicó en 1550 un libro de poesías titulado El buen plazer trobado. En esta obra, y como explicación a uno de los poemas, el autor hace referencia a un viejo cuento de Hortaleza y nos promete detallarlo al final del libro.
Pero por desgracia esa parte no se conserva, por lo que no podemos conocer cómo era exactamente la fábula. En cualquier caso, lo que sabemos del cuento es que trataba de una confusión debida a la forma de hablar de los hortaleceños.
Estos habían determinado que su aldea distaba de la villa de Madrid “yegua y potrico”, lo que significaba que el camino era de una legua y un pequeño trecho más, es decir: legua y poquito.
Esta expresión arcaica lleva a un equívoco divertido, por el que un padrino se presenta a una boda con una yegua y un potro, por haber confundido distancia y equinos. Pero os preguntaréis: ¿por qué los de Hortaleza decían «yegua» en vez de «legua»?
La respuesta creyó tenerla don Dámaso Alonso y la expuso en el libro biográfico, de 1960, Dos españoles del siglo de oro. Su teoría es que esta característica del lenguaje podría ser un resto de yeísmo, fenómeno que se daba, según Menéndez Pidal, en la lengua usada por los mozárabes en la Edad Media, y que consistía en sustituir la “L” por la “Y”.
Ya sea por herencia mozárabe o porque los de Hortaleza siempre han tenido un sentido del humor a prueba de bombas, ahí quedo la expresión para la posteridad, gracias a un poeta del siglo XVI. Así que ya sabéis, si os preguntan dónde vivís y queréis quedar como verdaderos hortaleceños, podéis responder con desparpajo: «¡A yegua y potrico de la Puerta del Sol!».
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