El vrijmarkt es una forma de salir a la calle, encontrarse, intercambiar juguetes, ropa, libros de segunda mano, y enseñar a tus hijos lo que es un mercado libre. Este mercado no es como los demás, tiene un significado distinto. En Países Bajos, en vez de celebrar el cumpleaños de la reina, o del rey en cada caso, con desfiles y faustos varios, lo hacen de una manera mucho más divertida y original. Fue la reina Beatriz quien decidió que no era el pueblo el que debía ir a la corte sino la corte al pueblo, así que el día de su cumpleaños recorría ciudades saludando y compartiendo. Aunque su cumpleaños era en enero, decidió celebrarlo el mismo día que venía celebrándolo su madre la reina Juliana: el 30 de abril. Lógico, ya que, en enero, en Holanda, debe hacer un frío de narices.

El nuevo rey de los Países Bajos, Guillermo Alejandro, nació el 27 de abril, así que el Día de la Reina se ha convertido en el Día del Rey, Koningsdag. Se estarán preguntando por qué les cuento todo esto, si Holanda está a más de 1.400 kilómetros de Hortaleza. Sí, pero como nuestro barrio es multicultural, distinto y muy interesante, resulta que se celebra el Dia del Rey, y es realmente impresionante. Vienen todas las familias holandesas de Madrid, echan una manta al suelo y exponen muñecas, peluches, libros, legos, aletas y todo tipo de cachivaches. Se oye música neerlandesa, hay juegos de la tierra, se comen bitterballen, que son croquetas hechas con carne, curry, patata y mostaza. Algunos años traen mucha más comida típica del país como rookworst que son como salchichas ahumadas o los stroopwafels.

Siento curiosidad, me apoyo en la barra del bar español en el que cuatro holandeses charlan en perfecto holandés y les pregunto si la cerveza es también holandesa. «No—me dicen levantando los tercios— la cerveza es española». La gran mayoría habla muy bien castellano, es más, algunos me dicen que tienen intención de quedarse a vivir aquí para siempre, me lo dicen sin dudar. Les gusta la comida, el clima y lo fácil que resulta socializar, porque, según ellos, aquí no se utiliza la agenda, aquí hay más libertad. Muchas de las parejas que viven en el barrio son mixtas. Ellos y ellas se conocieron en un bar de Madrid, aprendiendo idiomas, o en Erasmus, lo que fue un amor de juventud, terminó siendo una nueva vida en España.

Mercadillo Dia del Rey scaled

Peluches, juguetes y libros puestos para intercambiar durante la celebración del Día del Rey. EVA LOSADA

Alberto y Susan han decidido quedarse aquí para siempre, llevan dieciocho años en España, ella es holandesa, pero se la ve muy madrileña. Sus hijas son bilingües. Me quedo un rato junto al puesto de Kim: tiene cuarenta y tantos años, estudiaba español en el Instituto Don Quijote, un día salió de marcha, conoció a un español y vive en Hortaleza con su marido desde hace muchos años. Me encuentro con Jaap y Thijis, son amigos desde hace tiempo, también viven en Hortaleza, y tampoco tienen ninguna intención de regresar. Jaap se acaba de comprar una casa en el barrio y se le ve muy feliz. Me acerco a una mujer mayor, está sonriente jugando con sus nietas. No habla español, está visitando a su hijo que me hace de intérprete. Le pregunto si va a regresar pronto a Holanda, me dice que no, que de aquí no lo mueve nadie. Esto último no se lo traduce a la madre, y yo prefiero no seguir preguntando, porque pienso en lo duro que debe ser para una abuela vivir lejos de sus nietos.

Alexandra tiene apenas 7 años, me acerco a ella, acaba de intercambiar un monedero azul por uno blanco. Su español es impecable. Como el de Stela que tiene 13 años y se ha pintado la bandera holandesa en la cara, le pregunto si quiere que le haga una foto de perfil, que a lo mejor sale en el periódico del barrio, ella posa y su madre, Annelies, consiente mientras sujeta de la correa a Max, uno de los perros holandeses más simpáticos del barrio.

La joven estela, con la bandera de Países Bajos pintada en el rostro. EVA LOSADA

La joven estela, con la bandera de Países Bajos pintada en el rostro. EVA LOSADA

Sigo paseando entre gente de todas las edades, hay muchos españoles que vienen cada año con sus hijos a esta fiesta tan original que acoge el barrio de El Bosque, donde se encuentra el Nederlandstalige School, el único colegio neerlandés de España. Me detengo a charlar un rato con las profesoras del colegio. Posan para mí. Han montado una mesa y venden camisetas. Me cuentan que la mayoría están casadas con españoles. Alguna lleva residiendo en nuestro país más de 20 años. La directora del colegio es una mujer alta con una larga coleta rubia, se llama Janneke Dorgelo. Le pregunto por qué van todos vestidos con camisetas naranjas, pantalones naranjas y algunos con pelucas naranjas, si la bandera de Países Bajos es roja, blanca y azul. Me cuenta que, en Holanda, el naranja es el color real, es un símbolo nacional, que el naranja no solo es el color de la selección de futbol, sino que está ligado con la Casa Real de Orange-Nassau, (Naranja-Nassau) la familia real neerlandesa. Entonces empiezo a recordar que Guillermo de Orange, también llamado Guillermo el Taciturno, fue el que llevó a los holandeses a ir en contra de los españoles durante la Guerra de los Ochenta Años, lo que supuso su independencia.

En definitiva, por culpa de Guillermo de Orange perdimos la posibilidad de ser parte de un pueblo encantador y educadísimo. Pero no se preocupen, porque aquí, en el barrio, tenemos más de 100 niños y niñas estudiando en el colegio neerlandés. En Madrid están censados 2.000 holandeses, aunque me cuentan que la cifra real está en torno a los 8.000. Quizá, si seguimos así, este rincón de Hortaleza, entre Arturo Soria y la avenida de San Luis, se convierta en la pequeña Holanda. Yo creo que los hortalinos somos acogedores, y ya hablamos una barbaridad de idiomas, vinden jullie niet?

Holandeses en Hortaleza en los años cincuenta

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