Uno de esos tipos con amnesia, de los que necesitan ponerse una pulserita con la bandera de su país para recordar dónde viven, recorría nervioso el graderío del auditorio del parque del barrio el día de la inauguración de las Fiestas de Hortaleza. Camisa planchada, pelazo y peluco, inconfundibles señas de identidad de un asesor del PP con ganas de ascender. Llevaba colgada de la cara media sonrisa, porque había encontrado la solución al problema con los rojos y sus silbatos. Si los piojosos iban a reventar a base de silbidos el discurso de su amado líder, David Pérez y Su Onda Capilar, él haría MÁS ruido.
Rodeados de municipales disfrazados de duros policías del NYPD detrás de sus gafas de sol, los vecinos que querían ver algo tenían que hacerlo alejados del escenario. Probablemente por iniciativa del mismo señor de la pulserita, el centro del espacio para el público estaba vallado, reservado según los letreros para el personal del Madrid Club de Fútbol Femenino, equipo encargado del pregón junto al Emperador de Hortaleza. No sea que la contemplación de gente que piensa diferente de él le fuera a enmustiar el peinado.

Zona vallada durante el pregón de las Fiestas de Hortaleza, vigilada por agentes de la Policía Municipal. SANDRA BLANCO
Poco a poco, mientras se escuchaba a la hermandad rociera de Hortaleza, fueron llegando familias con niños, personas mayores, colectivos de vecinos con ganas de expresar que ese hombre y su flequillo sólo se representa a sí mismo cuando expulsa de las Fiestas a las asociaciones vecinales o a instituciones como Radio Enlace, que estaban en Hortaleza cuando David Pérez aún era un monaguillo con ganas de agradar a la jerarquía de su partido.
Se acercaba la hora decisiva. Por el horizonte del escenario aparecieron las representantes del Madrid CFF, muchos trajes, y un pelazo. Los silbatos empezaron a calentar y ahí el de la pulsera demostró su ingenio. En una britzkrieg sonora puso en bucle durante 45 minutos Maria Caipirinha, de Carlinhos Brown. A todo volumen. Los pájaros huían espantados, la gente se tapaba los oídos, los niños lloraban de miedo, un sismógrafo en Australia registró el estruendo.
Y sobre todo, no se escuchaba nada. Los nervios del de la pulsera dejaron paso a una sonrisa franca, muy franca. Aunque los pulmones de la protesta hacían vibrar los silbatos cada vez que el amable David Pérez se dirigía a la concurrencia (“Esos que vienen a protestar… tiene que haber de todo”), la samba da Bahia de Carlinhos atronaba. Por segundo año consecutivo el valiente de la marejada capilar se escondía detrás de los pregoneros, y como no le pareció suficiente, el taladro del pobre Carlinhos hizo casi imposible escuchar no sólo sus sandeces, sino lo que tenían que decir las pregoneras. En 20 minutos estaba finiquitado el pregón.
Al premio Nobel de la pulsera tal vez se le ocurrió la idea recordando la Castellana con medio millón de personas reventándose a bailar en la carnavalada de 2005 siguiendo a Carlinhos Brown en lo alto de una carroza. Ojo, lo trajo un ayuntamiento del PP, sabiendo que la retórica de Carlinhos habla de diversidad, paz, antirracismo y alegría. Exactamente el mensaje de David y su cara de vinagre.
Carlinhos Brown nació en Candeal, una favela de Salvador de Bahía. Allí trabaja para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, construyendo centros de salud o escuelas. Lo contaba muy bien Fernando Trueba en el documental que hizo sobre el trabajo de Carlinhos Brown, El milagro de Candeal.
Pero en la cabeza del cretino de la pulsera todo parecía muy divertido porque el Te te te tetete tetete de la canción a él le suena a Pe Pe Pe PePePe PePePe. No dan para más. Así que el milagro de David Pérez, su flequillo y el señor de la pulserita con la bandera consiste en convertir a un apóstol de la alegría en la Estrella de la Muerte.
Visto el éxito de este año, para próximas ediciones las mentes brillantes del PP ya estarán pergeñando nuevas obras maestras. Un consejo al señor de la pulsera: cuidado, que la Inteligencia Artificial tiene mejores propuestas que lo tuyo de Carlinhos Brown, y lo mismo le dan el puesto a la IA, que es incluso más barata que tú.
Y un anuncio: como el dinosaurio del relato de Monterroso, el año que viene, cuando David Pérez despierte, los silbatos seguirán ahí.

Asistentes a la protesta durante el pregón de las Fiestas de Hortaleza. SANDRA BLANCO