En el corazón del barrio de Canillas (Carretera de Canillas, 41), un local discreto alberga un pedazo vivo de su historia: la Peluquería César. Desde 1950, esta barbería ha sido testigo y protagonista de los cambios que han moldeado el barrio. Hoy, César Manuel Muñoz, heredero de este negocio familiar, mantiene viva la esencia de un oficio que va más allá de los cortes de pelo.

La historia comienza en 1950, cuando César Muñoz padre, con tan solo 14 años, empezó como aprendiz bajo la tutela de Marcelino de Castro, un maestro peluquero de la época. En una Canillas donde las calles eran de barro y las casas carecían de agua corriente, César pronto se independizó, abriendo su primera peluquería en la calle Méntrida.

“En aquellos tiempos, no había transporte, solo el tranvía de Arturo Soria y la línea 9 de autobuses. Era un barrio completamente distinto al de hoy”, comenta César. Con el paso de los años, la peluquería se trasladó a la calle Pegaso, que por aquel entonces aún se conocía como calle de Tres Amigos. En 1965, la familia dio un nuevo salto, instalándose en el local actual, ubicado dentro de una de las primeras galerías comerciales de Madrid, junto a Canillas.

Peluquería César

Primera Peluquería Cesar, en la calle Méntrida en 1953.

Desde esos días iniciales hasta hoy, la peluquería ha evolucionado al ritmo del barrio. “Hemos cambiado con el tiempo, pero siempre con un objetivo claro: no envejecer profesionalmente y mantener la pasión por lo que hacemos. Este oficio no es tecnológico; aquí no corta el pelo una máquina, sino las manos y el corazón”, explica César.

La clientela también ha cambiado. Las generaciones más jóvenes traen estilos sacados del móvil, mientras que los clientes de toda la vida buscan algo más tradicional. Pero, como destaca César, su enfoque va más allá del corte: “Aquí practicamos la psicoestética. Entendemos lo que cada cliente necesita, trascendiendo lo físico para conectar con su identidad”.

La dedicación y el esfuerzo son el alma de este negocio. César ha dedicado 17 años a formar nuevos peluqueros en Madrid, transmitiendo la pasión por un oficio que define como artístico. “El secreto de mantener un negocio tantos años es que no hay secreto: es trabajo y vocación”, asegura con una sonrisa.

“Este oficio no es tecnológico; aquí no corta el pelo una máquina, sino las manos y el corazón”

El oficio también le ha brindado un vínculo único con su comunidad. “Nacer y pertenecer a Hortaleza es un sentimiento, como una herencia genética. Hemos visto pasar generaciones, desde los niños que venían con sus padres hasta los mayores que ya no están. Eso te conecta profundamente con la gente”.

Hoy, la peluquería sigue abierta, atendiendo a un público diverso en un rincón donde tradición y modernidad se encuentran, y donde cada cliente, desde los más veteranos hasta los más jóvenes, encuentra algo más que un corte: encuentra historia, oficio y un poco de magia.

César os espera al pie del cañón de lunes a viernes de 10.00 a 20.30 horas y los sábados de 10.00 a 14.30 horas.

Peluquería César

Padre e hijo en el interior de la Peluquería César. ÁNGEL SÁNCHEZ

 

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