La llegada de septiembre suele indicarnos el final de las vacaciones veraniegas; con resignación asumimos la vuelta al trabajo y a la rutina en esta inmensa ciudad. Pero hay muchas familias para las que, aunque no hayan salido del barrio durante el verano ni hayan disfrutado de unos días de vacaciones, agosto supone un pequeño respiro, pues durante este mes cierran los juzgados y, por tanto, no llegan cartas de desahucio.

Una deseada tregua, un mes en el que no te acuestas pensando que a la mañana siguiente puedes encontrar una carta en el buzón que marque el día en el que tienes que abandonar tu casa. ¿Te imaginas vivir con esa tensión cada día? Por ello, en la Oficina de Apoyo Mutuo de Manoteras (OFIAM) consideramos a nuestras compañeras auténticas heroínas.

Pero al final, en este juego, invariablemente tratan de ganar los de siempre y septiembre y octubre son meses donde nos desbordan las cartas con un mismo remitente, los juzgados de Plaza de Castilla. Los procedimientos que acumularon polvo durante el verano en un caluroso despacho salen despavoridos por mucho que siempre deseemos que alguno se quede olvidado en algún cajón.

Así que la «vuelta al cole» de la OFIAM suele ser un tanto ajetreada. Concretamente, hay realidades de este comienzo de curso que merecen un poco de atención.

Vanesa y Ayuda en Acción

Vanesa, su marido y sus dos hijos viven en un piso que una mujer dejó en herencia a la ONG Ayuda en Acción. En un primer momento, la ONG mantuvo una actitud de diálogo con nosotras. Realmente confiábamos en encontrar una solución consensuada que no causara una gran perjuicio a una familia en una precaria situación económica ni a la labor de Ayuda en Acción, por ejemplo, que Vanesa y su familia permanecieran en la casa hasta su venta, el objetivo real de la ONG, o hasta que dispusiéramos de una alternativa habitacional viable.

Pero Ayuda en Acción delegó en la empresa Atiendo la gestión del caso y, en este punto, se rompieron todas las vías de comunicación. Así, un buen día, llegó la carta del juzgado, es decir, que mientras manteníamos una relación que sentíamos cordial con los responsables de turno de Ayuda en Acción, se tramitaba el proceso judicial. Nada más recibir la carta nos pusimos en contacto con las dos partes sin otro logro que el escuchar cómo echaban balones fuera. Por ello, decidimos emprender una campaña en redes sociales apelando a la solidaridad de nuestras vecinas para presionar a Ayuda en Acción. La campaña ha dado sus primeros frutos y demostrado, una vez más, que es peleando y peleando cómo se consigue avanzar.

Sobre Ayuda en Acción, solo queremos comentar que nos ha resultado curioso descubrir cómo una ONG, que en su página web anuncia que tiene como objetivo la construcción de «un mundo sin pobreza, exclusión y desigualdad», haya actuado de esta forma, con actitudes que no hemos encontrado ni en negociaciones con entidades bancarias.

Carmen y Bankia

Carmen vive con sus tres hijos en una vivienda propiedad de Bankia. Aunque no es ni será el primer caso de una vecina que tiene que decirle no a la entidad del rescate bancario, la de los Rato y Blesa, las black, las preferentes y los cientos de despidos, sí que su plante se produce en un contexto político y social que ha variado en los últimos años. Si bien, en pleno auge del movimiento contra los desahucios, los bancos daban su brazo a torcer gracias a todo un trabajo de decenas y decenas de PAHs y asambleas de vivienda, tras el retroceso general de los movimientos críticos en la calle, negociar con las entidades bancarias se ha vuelto más difícil.

Por ello, las negociaciones para conseguir una solución habitacional para Carmen, que implique un alquiler acorde a sus ingresos en la misma vivienda que reside, van a necesitar de la implicación del tejido asociativo del barrio. En la misma situación se ven otras compañeras como Sheyla o Marina. Ellas son nombres de una gran lista que esconden toda una historia detrás.

Desde la OFIAM, como siempre, os invitamos a pasaros los lunes a las 19.30 porque es difícil trasladar en unas cuantas palabras todas las realidades que se encuentran cada semana en una de las nuevas y acogedoras salas de La Soci (Cuevas de Almanzora, 46 –plaza de La Soci).

Texto enviado por la Oficina de Apoyo Mutuo de Manoteras (OFIAM)

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