Sé tú mismo. Me lo dijo un usuario de mi taxi, no recuerdo el contexto. Supongo que fuimos pasando de un tema a otro, la cosa derivó en algún dilema mío y el tipo zanjó mis dudas con la típica frase comodín que sirve para todo: «Sé tú mismo».

Nada más soltarla, me quedé bastante inquieto, la verdad, porque son tres palabras que suelen decirse alegremente y suenan tan obvias que nunca analizamos su auténtico significado. Pero yo lo analicé. Y tanto que lo hice. Sé-tú-mismo. Como si fuera tan fácil saber quién eres y obrar en consecuencia.

Ser uno mismo implica, cuando menos, conocerse. Saber de antemano cómo reaccionarías ante cualquier situación. Por ejemplo, conocerte a ti mismo presupone saber qué harías si alguien, de repente, intenta agredirte por la espalda.

¿Saldrías corriendo? ¿Te darías la vuelta, a lo Bruce Lee, para atizarle? ¿Te quedarías bloqueado por el miedo? Dado el caso, tal vez tu reacción varíe en función del contexto: después de tres copas, algunos se envalentonan y actúan de un modo distinto que estando sobrios, quiero decir. En mi caso, cuando bebo, suelo ponerme cariñoso (aunque no me veo abrazando a mi agresor, o tal vez sí; no sabría deciros).

Otra situación extrema sería, por ejemplo, que te deje la novia. En tal caso, podría darte por esconder la cabeza debajo del ala del edredón de tu cama, o bien por tapar su mancha con otra más grande. Yo he reaccionado de ambas formas según la chica, por lo que tampoco, en este caso, podría decir que me conozca y tienda a actuar en consecuencia «siendo yo mismo».

El caso es que, después de soltarme aquella frase, dejé al usuario en Hortaleza y dudé si cobrarle a golpe de taxímetro, o no cobrarle nada, o bien cobrarle el doble por el trastorno ocasionado. Pero como no me conozco, acabé aparcando el taxi en su destino (cerca, también, de mi casa) y le invité a una copa en mi bar de los jueves. Y esa copa nos condujo a otra, y la segunda a una tercera. Y al despedirnos, le di un abrazo.

Volví a casa andando y rumiando que, a la postre, solo me conozco cuando bebo. Pero no puedo beber cuando conduzco. De modo que, o dejo de beber, o dejo el taxi, o asumo de una vez que no es tan importante ser tú mismo.

(Visited 359 times, 1 visits today)