Uno de los colectivos sociales más castigados por la represión de la dictadura franquista desde el fin de la Guerra Civil fue el del magisterio. Abrir las mentes de las nuevas generaciones era un peligro para el nuevo régimen y la lista de docentes españoles encarcelados o depurados profesionalmente es interminable. Entre ellos, figura un olvidado maestro que trabajó en el pueblo de Hortaleza en los años treinta y se ganó el cariño de todo el vecindario por su entrega a la educación de niños y mayores. Nos referimos a Ladislao Santos Arcediano, al que los hortalinos llamaban “don Ladis”.

Ladislao Santos nació el 27 de junio de 1888 en el pueblo madrileño de Pozuelo del Rey y desde joven se dedicó a la enseñanza, como su padre. En la primavera de 1935 llegó a Hortaleza desde Torrejón de Velasco para hacerse cargo de la Escuela de Niños número 2, inaugurada el año anterior para acoger a los niños de 6 a 12 años que no tenían plaza en la escuela número 1, y se alojó con su mujer, Flora Serrano, y sus dos hijos, en “la mejor casa de Hortaleza”, situada en la avenida de Galán y García Hernández (actual calle del Mar Caspio).

Ladis Santos en la puerta de su casa en Hortaleza Foto Electrica

Vivienda de Ladislao Santos en el pueblo de Hortaleza, en la actual calle Mar Caspio. ELÉCTRICA

Santos empezó su labor con solo diez alumnos matriculados, pero al comenzar el nuevo curso su clase había aumentado hasta los 40. Entonces consiguió del Ministerio de Instrucción Pública una importante dotación de material escolar: siete mesas, 42 sillas, dos pizarras grandes, una vitrina, una colección de mapas y un lote de objetos para párvulos. Un logro por el que mereció un “voto de gracias” del pleno del Ayuntamiento de Hortaleza que presidía Mariano Morales.

En Hortaleza se destacaba la “bondad” del maestro, que instruyó a muchos adultos y con el que los niños no hacían novillos

También instruyó durante el curso a numerosos adultos de la localidad que carecían de una educación básica. El concejal socialista Anselmo Sánchez escribía en febrero de 1936 que “con su temperamento y bondad extraordinarios [don Ladis] ha conseguido que los niños acudan a la escuela con alegría; gracias a él en Hortaleza los niños no hacen novillos y la escuela de adultos, que antes se veía poco concurrida, hoy es incapaz de contener a sus 50 matriculados”, como se pudo leer en el periódico El Ideal del Magisterio. Además de su labor docente, Santos era tesorero de la Confederación Nacional de Maestros, organización que fundó en 1923, y por sus grandes servicios para el gremio, esta entidad le organizó un homenaje en Madrid el 2 de noviembre de 1935 al que acudió el exministro de Instrucción Pública, Marcelino Domingo, y el alcalde de Hortaleza.

Ladislao Santos con titulo tesorero perpetuo junto a su mujer e hijos

Ladislao Santos (en la fila de abajo, el tercero por la derecha), posa acompañado de su mujer e hijos con el título de «tesorero perpetuo» de la Confederación Nacional de Maestros. ELÉCTRICA

DOCENCIA TRUNCADA POR LA GUERRA

La vida de Ladislao Santos se vio alterada con el levantamiento militar contra la República de julio de 1936. En principio, permaneció en su puesto en Hortaleza, pero a principios de septiembre el Ministerio le nombró director del Grupo Escolar Rosario de Acuña de Madrid, en el barrio de Aluche. Mientras tanto, su hijo Crescencio, que también era maestro, se hizo cargo de la escuela número 2 de Hortaleza hasta que ingresó en el batallón de milicias ‘Félix Bárzana’, unidad compuesta de profesionales de la educación.

En noviembre de 1936, ante el avance de las tropas sublevadas por el sur, el Gobierno republicano cerró el Rosario Acuña, y Santos estuvo sin ejercer hasta agosto de 1937, cuando regresó al pueblo de Hortaleza al asignársele la Escuela número 1 de niños, mientras su hijo retomaba la segunda escuela. Sin embargo, en octubre de 1938 se le encargó dirigir otra escuela de Madrid, en la calle Jorge Juan. Cinco meses después, el Ejército de Franco entró en la capital, tras casi tres años de asedio, y Ladislao Santos, como tantos otros maestros, pasó por la Comisión Depuradora del Magisterio. El comandante de la Guardia Civil y el párroco del pueblo de Hortaleza le acusaron de ser “enemigo de la escuela católica”, de difundir enseñanzas marxistas e incluso de incitar a los fusilamientos de derechistas, a pesar de que Ladislao Santos era un hombre de creencias católicas y posiciones políticas alejadas del marxismo.

En 1940 pasó algunos meses en la cárcel de Colmenar Viejo, donde se dedicó a instruir los presos analfabetos “con todo celo”, según informe presentado por el director del centro, Cesáreo de Santiago. Finalmente, fue absuelto de las acusaciones más graves por el Tribunal Militar que trató su caso, pero la Comisión Superior Dictaminadora de Expedientes del Ministerio de Educación propuso su “separación definitiva del servicio y baja en el escalafón respectivo”, que se hizo efectiva seis meses después y se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid del 19 de mayo de 1941. Esta situación acabó con la salud de don Ladis que, unas semanas después, el 11 de junio de 1941, falleció en Madrid de manera prematura, poco antes de cumplir 53 años, sin recibir el reconocimiento que merecía.

Ladislao Santos y su mujer foto Electrica

Ladislao Santos y su mujer, Flora Serrano. ELÉCTRICA

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