Dice el fotógrafo Javier Campano que la ciudad es nuestra casa. Es cierto que las ciudades, como las casas, se transforman, unos rincones absorben a otros, lo que antaño era valioso un día deja de serlo y los muebles modernos, baratos y útiles, empequeñecen aquellos otros muebles bellos cargados de recuerdos que heredamos de nuestros padres o abuelos. Yo crecí en los descampados de Ciudad Lineal y ya joven aprendí a conducir en esas explanadas hortalinas llenas de polvo que parecían territorio comanche. Un día se elevaron las torres del Pinar de Chamartín, surgieron avenidas y el territorio se repobló. ¿A costa de qué? A costa de menos espacio, menos cielo, menos parques, menos árboles y de la expulsión de los vecinos que llevaban muchos años viviendo ahí.
El mejor antídoto para la especulación sin límites es siempre el movimiento vecinal. Son esas manifestaciones comunes, llenas de pasión y dignidad, las que consiguen lo que parecía imposible y son esas manifestaciones las que recoge Campano en su estupenda colección fotográfica, Barrios 1976-1980, que hoy se expone en el complejo cultural El Águila acompañada de un bellísimo libro editado por la Comunidad de Madrid y La Fábrica. Aunque el crecimiento es inevitable, hacerlo de manera racional, pensando primero en la gente y luego en el bolsillo de un puñado de constructoras, depende, muchas veces, de nosotros los vecinos. No podemos relajarnos, no podemos mirar a otro lado. Cuando recorres las 90 fotografías inéditas de Javier Campano, testigo privilegiado de la transformación de algunos barrios emblemáticos de la capital, sientes que otros gritaron por ti.
Todo comenzó en 1970, cuando Madrid superó los tres millones de habitantes reunidos en 18 distritos y unos 120 barrios. No todo pertenecía a la clase media, no todo eran edificaciones de cemento y ladrillo, sino que un importante número de vecinos solo podían vivir en chabolas. Es ese contraste entre lo que surge y lo que perece aquello que emana de estas fotografías en blanco y negro en las que los niños juegan entre grúas y pilares de acero, entre hormigoneras y las sombras alargadas de las nuevas construcciones en vertical. Si nos distanciamos un poco de algunas de estas fotografías, podría parecer que el mar se retira y la tierra se lo va comiendo todo. Figuras lejanas, como manchas de alquitrán deambulan en un barrio que va poco a poco desapareciendo.
Mientras las observo, me pregunto dónde estarán hoy esos niños que miran retadores al objetivo, los que juegan al fútbol o esas madres que cuelgan las sábanas en la calle, su calle. Me pregunto qué sucedió con la venta de terrenos o si aquellos que se tuvieron que ir lo hicieron hacia una vida mejor o peor. El progreso, en ocasiones, practica el cainismo: solo el más fuerte sobrevive.
Observo una de las fotos de mi barrio. Hortaleza aparece con ocho torres recién construidas, junto a ellas hay una docena de casitas bajas con sus árboles y pequeños jardines. De repente, reconozco el paisaje, es el barrio de Manoteras, junto al metro y parte de lo que ahora se llama la plaza del Liceo; y me percato de que algunas de esas zonas sobrevivieron, que todavía existen esas casitas de pueblo entre condominios de 20 plantas. Me pregunto por qué no conseguimos salvar más casas bajitas, por qué era tan imprescindible crear mastodontes como aquellos, qué necesidad había de talar tanto bosque para plantar asfalto.
En otra de las fotografías de Javier Campano, hay dos cabras que miran a la cámara, están desorientadas, buscan en el objetivo respuestas. Tras ellas, de nuevo, lo que queda de la tierra recibe una gigantesca hilera de edificaciones de ladrillo con pequeñas ventanas. Me fijo bien en los edificios, pero todos me parecen iguales. Una de mis fotos favoritas de la exposición es aquella en la que un niño se cruza con un hombre adulto en traje de chaqueta.
De fondo una casa de nueve plantas en construcción. No se miran, cada uno es ajeno al caminar del otro. El presente y el futuro se cruzan, pero no se miran, no dialogan. No hay ni una brizna de hierba, es una sórdida como aquella en la que cuatro niñas de uniforme de colegio y botas de agua caminan en un barrizal del barrio de Hortaleza, creo adivinar el colegio al que pertenecen, miro el año escrito a pie de foto y me estremezco: 1979. Esta foto enlaza con otra en la que un cartel publicitario en medio de otro barrizal anuncia que algún día “tus hijos se formarán aquí”.
Tengo la sensación de encontrarme en una especie de distopía en la que nosotros, la generación que nació en los años sesenta, es la protagonista. Javier Campano te cuenta muchas historias con la cámara, se acerca a un enorme agujero preludio de un derribo y te muestra lo que habrá tras él, o capta como un carro tirado por burros se aventura por la M-30 a la altura de Chamartín. En otra imagen, una sombra oscura camina resignada, cruza una calle, es un hombre mayor con boina. Si nos fijamos bien en la fotografía, hay un grupo de albañiles, algo de material de construcción y la imagen escapa por una cuesta de nuestro barrio que desemboca como un gran río en un mar desenfocado de polvo, grúas y humo de un día invernal de 1978.
En el barrio todos conocemos la UVA de Hortaleza, una idea arquitectónica de la época franquista que consistía en edificaciones muy baratas que solucionaban temporalmente el realojo de las familias desplazadas por la construcción de la M-30. La palabra temporal en la Real Academia Española significa que no es eterno, en el caso de la UVA parece que sí lo está siendo. Cuando en 1979 Javier Campano fotografía estas construcciones que parecen querer enjaular a los realojados, nadie hubiera ni imaginado que en 2024 todavía seguirían en pie.
Enhorabuena por este sensacinal resumen en que recuperamos la memoria personal y urbana de muchos barrios de la periferia de Madrid, y entre ellos Hortaleza. La exposición ha cometido algunos errores como reseñar ciertas fotos de Hortaleza como de Coslada como la que abre este artículo que es el final de la C/Uria con casitas bajas del Barrio del Carmen, donde se aprecia una tipologia muy habitual de este venerable barrio de Hortaleza con ladrillo visto y tejado a una agua, muy parecidas a las que desde finales de los 50 se construyeron en la Avd del Carmen que por entonces era el Camino de los Toros; tambien a destacar de esta sensacional foto de Javier Campano, que el día estaba nublado por lo que perfectamente puede ser de Otoño-invierno de 1.979 y dado que el usaba las líneas perifericas para ir al extrarradio sin coche, un bus o metro y en Hortaleza no teníamos todavía metro, me parece que muy bien pudo venir a nuestro barrio de Hortaleza, con el autobus de la líena 9, dejar atrás Manoteras de cuyos pisos de la zona de C/Monovar hace una foto, lo que se llamaba entonces el Nuevo Carmen y luego vió de lejos por la Avd. de San Luis las casitas bajas del final de Uría en contraste con los bloques en altura y se decidió a bajarse a la altura de la glorieta de Los Cuatro Caminos, entre el Colegio Cristo Rey y la urbanizacion del Henar y pasar luego a Uría cuando no existía todavia ni el Parque Doña Guiomar, ni el Polideportivo ni la piscina de Hortaleza. Es de destacar en esa foto la sensación de una foto cercana al neorrealismo, donde se ven coches y muy lejanamente se aprecian personas junto a los mismos con un toque evocador muy cercano a la vida digna pero humilde de los que saben que su modo de vivir y de trabajar va a ser eliminado en busca de la supuesta modernidad o las mejoras que siguen tardando en llegar. Muy curiosa la tapia de la casita baja en primer plano que recuerda más un estilo de muralla casi medieval que una tapia de casa y dado que era època de lluvias se ve un humilde curso de agua que por Uría llegaría a desaguar a la calle Estación de Hortaleza. Del conjunto de fotos de Hortaleza me quedo con las 5 ó 6 del barrio del Carmen inéditas e impagables, y ese tono de blanco y negro de abuelitas con su sayo de época o niños con el chandal del cole para todo.
A finales de Octubre el último martes de ese mes día 29 a las 20 horas vamos a presentar un audiovisual musical con estas y otras muhcas fotos de esta exposición a la que seguirá un debate sobre el tema con entrada libre organizado por el CENTRO CULTURAL MUSEO DE HORTALEZA y en las instalaciones de EL NIDO C/Santa Susana 28 Hortaleza, con asistencia libre para todos los vecinos e interesados que quieran acompañarnos, dando la debida publicidad del acto en nuestro PERIODICO DE HORTALEZA para que no falte nadie.
Saludos y gracias. José responsable del CENTRO CULTURAL MUSEO DE HORTALEZA.