Es domingo y se ha fallado el concurso Cruzar la Antártida en Danos Tiempo. Salimos en hora y directamente acertamos al encontrar el trópico humano del restaurante Los Arcos en la calle Belianes. Allí hemos quedado con todo un campeón paralímpico, modelo de una generación sin barreras. Lo supimos porque un tal Víctor escribió al periódico y nos dijo:

“Tenemos en el barrio a un muchacho invidente que es atleta paralímpico. Ha estado en Tokio 2020 y en París 2024, quedando en quinto lugar en ambas citas. Es el actual subcampeón del mundo de 400 metros lisos y medalla de bronce en 100 metros lisos en el último mundial de Kobe. Además, es un rockero impenitente. Canta, toca la batería, la flauta travesera y ha empezado a tocar la guitarra eléctrica…”.

La mesa estaba reservada y comenté que después entrevistaría a Eduardo. Tras la barra ya estaban al tanto y me señalaron hacia una mujer que entraba en ese momento, era Magnolia, la madre. Después apareció Víctor, el padre, rockero hasta la médula. Más tarde, tras el almuerzo, era Eduardo quien aparecía acompañado por Ezequiel, el hermano pequeño. Realmente, Ezequiel inició la entrevista.

¿Cómo te llevas con tu hermano?

Ezequiel: Mi hermano, por ejemplo, muchas veces pierde cosas por la discapacidad visual y al primero que llama para ayudarle es a mí. Muchas veces nos vamos de paseo los dos con el bastón y yo guiando. Tenemos una relación muy buena, de mucho amor, sí.

¿Qué piensas de tu hermano?

Yo pienso de mi hermano que, aparte de que es un crack, se expresa muy bien. Yo lo veo como un ejemplo para mí. Ha pasado muchas cosas malas y, aún así, sigue adelante.

¿Le has visto en los Juegos Paralímpicos de París?

Fuimos a París y estuve viéndole. Me dolió cuando lo eliminaron en semifinales, pero yo me fui contento, orgulloso.


Ezequiel permaneció sentado a la mesa durante toda la entrevista apoyando cuanto decía Eduardo, pero solo interviniendo cuando se le pedía. Son más que hermanos, pero la entrevista era para Eduardo, un torrente de energía y sinceridad con quien podíamos conversar durante horas.

PREGUNTA: ¿De dónde eres?

RESPUESTA: Soy de Hortaleza. Desde que nací, siempre en el barrio.

¿Cuántos años tienes?

Nací el 16 de enero de 2001.

¿Dónde has estudiado?

Duré poquito en el Pablo Picasso. Luego fui al Dionisia Plaza, que fue un infierno para mí. Menos mal que salí a un colegio de Vallecas que se llama Los Álamos. Allí me trataron como de verdad se merece una persona, especialmente una profesora, Amara.

¿Es un centro especial?

La gestión emocional es lo que a mí me cuesta mucho. Ahora me están ayudando en Capacis aquí al lado.

¿Hay prejuicios con la discapacidad?

La discapacidad la tiene todo el mundo y hay un montón de discapacidades. ¿Tú puedes correr los 100 metros en 11 segundos? Hay gente que, por no informarse, hace mucho daño. ¿Qué es lo que aconsejo? Preguntar.

¿Por qué zonas te mueves?

Por Belianes y por Mar de Cristal, Pinar del Rey… Alguna vez por la UVA.

¿Tienes pandilla?

Sí, amigos de clase, los descansos y demás. Me gusta juntarme con gente, pero prefiero ir a mi rollo.

Y eso, ¿por qué?

No es que no me guste ir con gente, pero me gusta ir solo para pensar en mis cosas, mis ideas. Es que, aparte de atleta, soy músico, escribo y soy compositor, me gusta mucho el heavy metal y estoy escribiendo un disco conceptual con Javi Díez.

¿Javi Díez?

Javi Díez, el teclista de Mägo de Oz. Tiene una escuela de música aquí en Hortaleza, Radio Cocodrilo.

Muy cerca de Radio Enlace.

Sí, exacto.  Volviendo a la pregunta, me gusta ir solo para pensar en las composiciones, en los agobios del deporte y todo eso…, porque compitiendo a un alto nivel, obviamente, tienes que relajar la mente.

"Tengo una discapacidad visual y me podría quedar tumbado en casa llorando; pero me da igual la discapacidad, me da igual ser ciego total, que me voy con mi bastón y me como el mundo"

Eduardo Uceda Novas vertical 1 scaled

Eduardo Uceda Novas, retratado por el fotógrafo Daniel Mills Salcedo.

¿Naciste sin ver?

Lo mío es degenerativo. El parto de mi madre vino con complicaciones, me tuvieron que sacar con fórceps y me reventaron el nervio óptico.

¿Ciego en el momento de nacer?

Al principio, cuando era pequeño, sí llegué a ver. Jugaba al fútbol y me moví en bici, pero con el crecimiento he ido perdiendo y ahora no veo absolutamente nada en ambos ojos.

¿Tienes memoria de los colores?

Yo al principio pude verlos, por eso creo que para mí es más doloroso. Ahora estoy mentalizado, pero, a veces, me dan bajones porque no me acuerdo de la cara de mi padre, de mi madre, de mi hermano o de mis abuelos.

¿Y con el tacto?

Con el tacto me manejo muy bien, pero no es lo mismo. El recuerdo me ayuda a construir imágenes, aunque a veces me pone triste.

Ojalá la ciencia dé soluciones.

Te digo que me duele muchas veces, pero también, gracias a que no llego a ver, con 23 años he recorrido el mundo y soy la persona que soy en la música y en el deporte.

¿Cómo comenzaste en el deporte?

Empecé en destrezas atléticas en Duque de Pastrana con José Manuel Mendo, que me inició en el atletismo y me dio esa oportunidad de conocer el atletismo paralímpico.

¿Cómo ha sido tu progresión?

Estuve muchos años con José Manuel en campeonatos de España de menores, siempre quedando primero o segundo… y no bajaba de ahí. Hacíamos 60 metros lisos, salto de longitud y, alguna vez, algo de resistencia: algún mil, algún 300… Bueno, así fue mi larga carrera. Ahí era T12.

¿T12 por la edad?

Hacemos paréntesis antes de seguir contando mi vida. T11 es ciego total, tiene que ir el ciego con un guía agarrado de la cuerda y el ciego tiene que ir tapado y con unas gafas polarizadas. Los T12 van con guía, pero no necesitan taparse porque llegan a ver lo suficiente como para ir solos, aunque el guía va para echarle una mano. Y el T13 tiene resto visual, pero puede ir solo.

¿En qué clasificación estás?

Por mi degeneración visual, que ya prácticamente no puedo hacer nada solo deportivamente, me dieron de 11 para toda la vida, que eso fue lo que me ayudó a ir a Juegos y a mundiales.

¿En qué competiciones has estado?

Ya profesionalmente hablando: Mundial en Kobe, Mundial en París, Juegos en París y Juegos en Tokio son lo más importante que he hecho hasta ahora.

¿Son duros los entrenamientos?

Claro, los entrenos son muy duros, muchas pájaras, muchos mareos. Yo, por ejemplo, como me sube el ácido láctico muchísimo, pues siempre vomitaba, me mareaba, pero decía que ahí estaba el talento.

¿Sigues con el mismo entrenador?

Cuando me dejó Mendo, me cogió Juan José Morgado, que es un entrenador muy bueno, para dedicarnos profesionalmente al atletismo e intentar vivir de él.

¿Cómo es lo de tener guía?

El guía es fundamental. Hay que darle el valor que se merece porque, gracias a ese guía, tú puedes hacer tu carrera. Mira, ahora mismo, si Marcos, que es mi guía, me deja tirado o no corre conmigo, no puedo correr.

¿No se puede sustituir?

No lo puedes sustituir porque a ver quién corre a esas velocidades y luego la coordinación, que es muy complicada porque Marcos tiene que cambiar todo su patrón para estar a mi patrón como un molde. Eso son muchos entrenos y mucha coordinación. Pero lo importante también de un guía no es solo dentro de la pista, también fuera: que si viajes, que si ponerme la comida…

Tienen que ser profesionales.

No creo que esa sea la palabra. Obviamente, sí es la palabra, pero es más la amistad que tengas con él. Si tienes amistad, todo va fluyendo. Imagínate que con tu guía estás cabreado, no funcionaría nada porque todo se demuestra en la cuerda, por la cuerda se siente todo. Marcos es parte mía, como los otros guías que tuve.

¿Exige mucho la Federación?

Aunque no te lo exija la Federación, que también te lo exigen, te lo tienes que exigir tú.

¿Qué marcas tienes?

Pues mira, en el 100 tengo 11.39 del año pasado; este año esperamos reventarla; quiero bajar de los 11. Y en salto de longitud, tenía 5.95 y yo creo que este año, con la ayuda de Juanjo y Pedro Maroto, puedo llegar a los 6 metros o bastante más. También con la ayuda de Marcos, por supuesto, que también hace longitud.

¿Cómo consigues saltar?

Hay que ser valiente y tener mucha confianza. Imagínate taparte los ojos e ir a la nada a correr y a saltar. La longitud va por voz; se pone delante de mí, en este caso Pedro Maroto, que es el llamador, o Juan José Morgado, y por voces, me dice “bien, bien”; tengo que ir corriendo yo solo frente al foso hasta que me dice “ya, izquierda, derecha y salto”.

¿Sientes al público?

Se siente algo impresionante, algo único. Es un bullicio tan tremendo que tú dices: “madre del amor hermoso, ¿hasta dónde he llegado, chaval?”. Es una pasada. Cuando estás allí, se te quitan todos los agobios, toda la tensión y a disfrutar.

¿Cuál es tu ilusión deportiva?

Pues mira, ahora mismo ir con Marcos, conseguir todos los logros él y yo, y poder ir a los Juegos en Estados Unidos, que van a ser los próximos y serán los nuestros. Si todo sale bien, tenemos que ganar una medallita.

¿Qué te gustaría cuando dejes la competición?

Convertirme en entrenador me molaría mucho cuando acabe ya mi carrera deportiva (o antes o desde ahora), preparándome para echar una mano a chavalitos ciegos igual que yo. También dedicarme a la música heavy metal estaría brutal.

"Por la música tengo pasión desde que tuve uso de razón, prácticamente. Yo, al no ver bien, necesitaba algo como para canalizar mi energía, mi emoción..."

Eduardo Uceda Novas vertical 2 scaled

Eduardo Uceda Novas, retratado por el fotógrafo Daniel Mills Salcedo.

Hablemos de música.

Por la música tengo pasión desde que tuve uso de razón, prácticamente. Yo, al no ver bien, necesitaba algo como para canalizar mi energía, mi emoción…

¿Quién te ha influido?

Mi padre fue el que me inculcó el heavy metal porque a mi padre le encanta. Él era muy heavy de joven y lo sigue siendo ahora porque eso no se pierde nunca. Me enseñó bandas como Mägo de Oz, Obús, Barón Rojo…, estas bandas de los ochenta que antes molaban. Y luego ya más internacional: Maiden, Judas, Halloween

¿Tocas algún instrumento?

Sí, he aprendido a tocar la batería, la flauta travesera, un poco a defenderme con el piano y ahora estoy aprendiendo a tocar la guitarra eléctrica.

¿Dónde has estudiado música?

En Radio Cocodrilo, donde está Javi Díez, mi mentor en la música. Mientras componemos, me da formación musical.

¿Qué estáis componiendo?

Es una trilogía conceptual. Lo tengo en mi cabeza desde hace mucho tiempo. Estamos con ello Montse, una amiga mexicana, Javi Díez y yo. No quiero decir mucho de lo que va el disco, solo puedo decir que va de algo gótico muy oscuro. Falta todavía muchísimo.

¿No estás en un grupo?

Tengo un grupillo que se llama Juan Tumbao. Son colegas míos que están mazo locos. Hacemos bastantes versiones desde heavy metal, blues, jazz, rock, ska… En un futuro habrá composiciones propias.

¿Tocas con más grupos?

Sí, por ejemplo, una banda a la que le doy las gracias ahora mismo, que también son colegas míos, son los de Silvania, una banda cojonudamente buena de Valencia. Este “finde” pasado estuve tocando aquí en Madrid en concierto con ellos. Me han invitado el mes que viene a un festival en el que tocan bandas muy cañeras en el power metal español.

¿Tienes otras aficiones?

Escuchar el fútbol, pero prácticamente la música y el deporte.

¿Qué esperas de la vida?

La vida la voy a disfrutar al máximo. Tengo una discapacidad visual y me podría quedar tumbado en casa llorando; pero me da igual la discapacidad, me da igual ser ciego total, que me voy con mi bastón y me como el mundo. El mundo se me queda pequeño (risas).

Gracias, Edu.

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