Ahora la responsable del Departamento de Cortometrajes de Canal+, convertida en referente internacional del cortometraje, ha crecido con la luz de África y del cine realizado por mujeres africanas mientras pasea por su barrio o llega con sus hijos hacia el carril-bici por Silvano.

En su conversación, Guadalupe hace gala de su nombre. Como un río, mantiene su cauce para decir lo que quiere y hacerlo con pasión por su territorio, como los lobos. Nada la distrae y su mirada intensa habla de cortometrajes, de otras cinematografías, del Fespaco de Uagadugú, de Clermont-Ferrand, de La Casa Encendida… o del mercadillo de los martes en el barrio de Esperanza.

Pregunta: Así que de Esperanza.

Respuesta: Cuando llegamos a este barrio nos pusimos a caminar por estas calles. Nos encantó y yo me he ido enamorando cada vez más de mi calle, de esta zona…

P. ¿Qué te llevó al mundo de los cortos?

R. Es increíble la historia. Durante el último año de universidad trabajé en la producción de una serie de cortometrajes, Historias de un minuto. Al día siguiente de terminar la carrera, empecé a trabajar en Canal+ en el departamento de cortometrajes y es lo que llevo haciendo los últimos dieciocho años de mi vida y lo que ha sido mi maravillosa experiencia profesional.

P. ¿Cómo ha evolucionado este género?

R. Antes hacían cortometrajes Santiago Segura, Álex de la Iglesia, Icíar Bollaín… Muy poca gente. Hoy en día hay muchas escuelas, lo que es fundamental.

Sobre todo, en lo que se ha evolucionado es en la imagen que del cortometraje español se tiene fuera de España. Hace quince años el cortometraje español no existía fuera de España. Hoy en día, cuando una sale a los festivales, los compradores de cortometrajes, están al tanto de los directores talentosos que hacen cortos en España. Otro gran cambio habido en España ha sido el surgimiento de las distribuidoras.

P. ¿Y ese salto a África?

R. Yo entro en el tema de las cinematografías de África a través de mi trabajo en Canal+ en el año 98. Estaba en un festival y, de repente, veo que ponen una retrospectiva de un director de Senegal, Djibril Diop Mambéty. y dije “voy a ver de qué se trata esto”. Entré al cine africano por la puerta grande (risa), porque Djibril Diop Mambéty es un grandísimo director, el Fellini de África, un gran poeta de la imagen y yo me quedé fascinada con esa proyección.

P. ¿Es muy distinto?

R. A la conclusión que yo he llegado después de ver mucho cine de África es que el cine que me gusta o el cine que me mueve es en todas partes igual. Al final son personas y seres humanos que están luchando por lo mismo, que tienen los mismos deseos de conseguir cosas para sus hijos, para su vida. Realmente, la base de sus historias son las mismas.

P. ¿Cómo te especializaste?

R. Tuve la posibilidad de conocer a quien ha sido mi gran maestro en el cine de África. Es un crítico de Burkina Faso que se llama Clément Tapsoba y estaba en la muestra de cine de Barcelona, al que entrevisté para el programa. Luego fui haciendo muestras para distintos festivales.

En 2006 La Casa Encendida me propusieron hacer un libro, pero en ese momento no me sentía preparada y lo que hice fue coordinarlo.

Cuando nació Casa África en las Palmas de Gran Canaria también hice una muestra allí y ellos fueron los que me pidieron un libro sobre cinematografías de África en 2010. No pude decir que no y lo tuve que encarar con mucha pasión y con mucha alegría, un trabajo muy arduo pero, desde luego, muy apasionante.

P. ¿No había cine africano colonialista?

R. El cine africano colonialista no existe. Los africanos solo pudieron hacer cine cuando consiguieron sus independencias. El cine que había en África durante el colonialismo era un cine hecho por europeos para europeos que daba una imagen totalmente paternalista y falseada de los africanos como absolutamente serviles y graciosos.

Y la primera misión de estos primeros directores de cine en África fue cambiar la imagen que de ellos se había dado en la época colonial.

P. ¿Cómo llegaste al cine de mujeres?

R. Un día recibí un mail de una fundación que se llama Mujeres por África diciendo que querían contactar conmigo por mi libro Cinematografías de África. Me propusieron colaborar con ellas. La fundación Mujeres por África, cuya directora es María Teresa Fernández de la Vega, puso en marcha Mujeres por un mundo mejor. La labor fundamental que hemos llevado a cabo, entre otras muchas, es el ciclo de cine Ellas son cine.

P. ¿Cómo son estas mujeres?

R. Son mujeres abanderadas que se ponen detrás de la cámara para convertirse en la voz de todas las mujeres que no tienen voz.

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