En nuestro distrito, solo hay un edificio que llama especialmente la atención: el Silo. Al no estar rodeado de edificios, es el hecho urbano que más condiciones tiene de ser la seña de identidad para los habitantes de los barrios edificados en torno al histórico pueblo de Hortaleza.
Durante el siglo XVII, se construyeron bastantes fincas de recreo en las proximidades del pueblo. El Silo se encuentra ubicado en la antigua quinta del Cristo de la Salud, que perteneció al duque de Frías. A principios del siglo xx, adquiere la finca Pedro Tovar, abogado y notario, un personaje inquieto y excéntrico para los usos y costumbres de la época, que convirtió la finca en una explotación agrícola y fue muy novedosa la construcción del Silo y la producción del alimento que almacenaba.
El Silo fue construido en la década de los veinte con bloques de hormigón prefabricados, y fueron de los primeros que se utilizaron con este material en España. Tiene forma de prisma regular con una planta poligonal de doce lados inscritos en una circunferencia de trece metros de diámetro.
La parte externa está rodeada de cinchos de hierro que van dividiendo la altura total, de manera que distrae la mirada de la monotonía de un paramento liso, cuya altura total es de aproximadamente 29 metros. En una de sus doce caras, se abren huecos a modo de ventanas con aros de medio punto y una puerta de entrada a ras de suelo.
Las cinchas de hierro se incorporarían posteriormente, ya que la fermentación del forraje y la hierba mezcladas con agua y sal, aparte de ser una alimentación novedosa para el ganado, provocaban su deterioro y resquebrajamiento. La parte más alta también sirvió de granero. Pasado un tiempo, se sustituyó el almacén de forraje, que sirvió los últimos años como almacenamiento de leña.
Restos de la quinta de Huerta de la Salud desde una explanada próxima en 1977 / Foto José Luis López
En 1994, la asociación vecinal La Unión de Hortaleza, a través del escultor Jesús Molina, presentó en la Junta Municipal de Hortaleza un proyecto de rehabilitación del Silo, que finalmente no llegó a realizarse. Ya que el edificio se había impuesto como símbolo de identidad, la propuesta consistía en reforzar su imposición con una intervención que dignificara su carácter.
En la propuesta, se respetaba al máximo su identidad, aportándole dos nuevos componentes. Uno, el color, embelleciendo su paramento con colores tierra que, partiendo de su base con un tono más oscuro, ascendieran en una degradación de tonos más claros, realzando así la majestuosidad de su altura. El otro, la coronación superior, asemejando una gran planta como recuerdo de identidad de Hortaleza: tierras dedicadas a la agricultura.
En cuanto a la parte interior, la propuesta era que estuviera destinado a ser el archivo histórico del distrito, con exposición permanente de objetos relacionados con la evolución histórico-social del antiguo pueblo de Hortaleza, fotografías y otros espacios polivalentes.
Desafortunadamente, el proyecto no se llevó a cabo, pero es bueno recordar el trabajo realizado por el escultor Jesús Molina, tristemente fallecido, siempre pensando en la mejora de nuestros barrios.
