El edificio más antiguo del distrito luce como nuevo desde hace unas semanas. La ermita de San Blas, levantada en 1698 y parroquia del pueblo de Canillas, parece recién construida tras las obras restauración que se han prolongado a lo largo de 2016 y que han evitado un más que probable derrumbe, como alertó hace dos años el vecino e historiador Ricardo Márquez en su blog Historia Matritenses tras visitar la cripta del templo.
“La sorpresa fue que los ladrillos se deshacían tan solo con tocarlos, los arcos se podían venir a bajo en cualquier momento”. El lamentable estado de conservación de la cripta subterránea revelaba la falta de mantenimiento del edificio (la última reforma databa de 1967, hace medio siglo) aunque también era evidente en exterior, sobre todo en la emblemática espadaña de la ermita.
Según Ricardo Márquez, si las campanas no se cayeron, es porque Dios no ha querido. “Es “milagroso” es que la espadaña aguantará en píe, había lugares en que el ladrillo había desaparecido por la acción del cemento”, relata el historiador, recordando los parches que durante años se aplicaron a la fachada y fueron como “ácido para los ladrillos” porque los convertía en “miga”.
Poco después de la denuncia de Márquez, que tuvo repercusión en los medios de comunicación, el Ayuntamiento precintó el templo, donde todavía se oficiaba misa, hasta que el Arzobispado de Madrid tomará medidas contra el peligro de derrumbe.
A finales de 2015 comenzaron las obras de restauración con el objetivo de devolver a la ermita el esplendor perdido con el paso del tiempo. Con una inversión de 400.000 euros aportados por la Comunidad de Madrid, los trabajos se han prolongado hasta el pasado mes de noviembre, cuando el arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, presidió una misa para celebrar el ‘renacimiento’ de la ermita.
Al menos por fuera, porque quedan pendientes obras en las capillas y la cripta medieval, con siglos de antigüedad. Sin embargo, Ricardo Márquez aplaude la reforma. “Tan solo faltaría por añadir el escudo de los condes de Canillas en la fachada”, apunta.
Aspecto que presentaba la ermita antes de las obras de restauración.
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