Ocurrió el domingo 8 de mayo por la mañana. Llovía y en la amplia avenida Francisco Pi y Margall, diseñada para soportar una gran afluencia de vehículos, no circulaba ningún coche. Pero sí trotaba, como cuando todo aquello era campo, un caballo blanco. Un vecino de Las Tablas, que en Twitter publica con el pseudónimo @deteibols, fue testigo de esta sorprendente aparición.
“Íbamos al mercadillo a comprar fruta y vimos un jinete montando un caballo bajo la lluvia”, relata a Hortaleza Periódico Vecinal. “Pensamos que se había escapado, porque habían salido dos personas de un coche a su encuentro y que el jinete, un señor de avanzada edad, de raza negra, era un profesional de un picadero”.
Esa fue su primera impresión. “Pero no, lejos de finalizar el asunto, echó a galopar a toda velocidad por el carril del medio jaleando al caballo por su nombre, que no recuerdo. No había apenas coches por lo que no supuso problema para el tráfico. El jinete estaba muy cabreado con los dos que le seguían en el coche azul y, ante mi pregunta, dijeron que era para “un vídeo”. En unos segundos empezó a caer un chaparrón y se acabó”.
Este vecino publicó en Twitter las llamativas imágenes que demuestran la enigmática aparición del caballo blanco por Sanchinarro. Según la Junta Municipal de Hortaleza, no existía ninguna petición para rodar un anuncio o spot aquel día en las calles del barrio. Además, y aunque también parezca sorprendente, en Madrid no existe ninguna prohibición para montar a caballo por la ciudad siempre que el jinete cumpla las normas de circulación de animales a nivel estatal, como no invadir zonas peatonales y transitar por la derecha de la calzada.
Puede resultar llamativo ver un caballo por un barrio nuevo como Sanchinarro, pero no es la primera vez que ocurre. Hace justo tres años, unos jóvenes tuvieron que frenar a tres caballos y un potro que se dirigían descontrolados hacia la M-40 de madrugada. “Joder, la una de la mañana y persiguiendo a unos caballos por Sanchinarro”, relató uno de los protagonistas al diario El Mundo.
La verdad es que parece una contradicción, un barrio de Madrid deshumanizado, siendo recorrido por un hombre a través de un caballo como símbolo del reencuentro entre hombre y naturaleza.