Recién terminados los Juegos Olímpicos de Tokio, sabemos que los 320 deportistas que han representado a España ha enviado al país del sol naciente podrán, si quieren, añadir a su nombre y apellidos las iniciales OLY. Se trata de un distintivo exclusivo de quienes han sido atletas olímpicos, una especie de doctorado del olimpismo.

A sus 27 años, la medallista olímpica en Río de Janeiro 2016, Artemi Gavezou Castro, hace cinco años que puede poner tras su nombre el aval de OLY y demostrar que quien tuvo retuvo. En esta ocasión fue representando al Club de Gimnasia Rítmica Deportiva San Fernando de Henares. Esta vecina de Manoteras de origen heleno fue bronce tanto en individual como por equipos en el Campeonato Nacional de Gimnasia Rítmica 2021, que se clausuró el pasado 18 de julio en el Centro Nacional Colonial Sport de Valencia con la participación 56 clubes.

En la competición individual senior de aro, Artemi consiguió el tercer puesto con 16.200 puntos de nota tras la plata Maddi Otaola, gimnasta del club Sakoneta 1 de Euskadi (16.417 puntos) y la medalla de oro de la extremeña Raquel Gil del club Gimnástico Almendralejo (16.884 puntos).

Otro bronce por equipos correspondía al club San Fernando de Henares con Marta Álvarez en cinta, Ana Nasarre de Letosa en pelota y Artemi con el aro. Fue esta una posición muy disputada con la Gimnástica Rítmica de Arganda que finalizó en cuarta posición a escasos 50 puntos.

BAJADA GOZOSA DEL OLIMPO

El pasado 1 de abril, el diario Marca destacaba la inusual participación de una subcampeona olímpica en los Campeonatos de España. Habían pasado casi cinco años desde que aquel equipo de Río se hiciera con la plata y el diario deportivo Marca destacada la participación de una deportista que pasaba “del Olimpo de la rítmica a la base en una regresión que vive con gozo”, según explicaba el periodista Javier Romano.

Poco antes, Artemi participaba en el campeonato autonómico. Había elegido el aro y llevaba una temporada entrenando como individual y una segunda en equipo. Sus compañeras del Equipaso, las medallistas de Río 2016, se sorprendieron y ella reconoce que es muy mayor para este deporte, pero su entrenadora del club de San Fernando la vio con posibilidades y ni la vida de estudiante de Administración y Dirección de Empresas ni su trabajo como contable en Repsol la amilanaron.

Ese paso de la alta competición a la base, no implica una menor dificultad porque, según declara Artemi, “la competitividad entre los clubes nacionalmente es mayor que internacionalmente entre los países”. Solo descansó un año tras Río y se mantuvo cerca de la gimnasia como entrenadora, pero, sorprendentemente, pasó de nuevo a deportista tras entrar en el San Fernando.

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La gimnasta, de origen griego, vive en Manoteras, donde se siente «acogida». JAVIER PORTILLO

ARTEMI EN DOS ETAPAS

La primera etapa de esta vecina es griega. Nació en 1994 en Salónica a 600 kilómetros de la antigua ciudad en la que se fundaron los Juegos Olímpicos. De padre griego y madre gallega, comenzó en la gimnasia rítmica con seis años. En el Mundial de Gimnasia Rítmica de Moscú fue internacional por la selección helena en 2010. En Minsk y Montpelier siguió representando la bandera blanquiazul.

Fue en 2012 cuando vino a España tras fichar por el Club Gimnástico Aragón. Al poco, la Federación Internacional de Gimnasia permitió a Artemi competir por España y debutó con el equipo español en marzo de 2013. Poco después, España volvía a ganar una medalla por primera vez desde 1999 en el Campeonato Europeo de Gimnasia Rítmica.

En 2015, una medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Stuttgart permitió a la selección española el paso a los Juegos Olímpicos de Río, la primera competición olímpica de Artemi, donde el conjunto español obtuvo la medalla de plata. Aquel año, Artemi junto a sus compañeras fueron condecoradas con la Orden del Mérito Deportivo del Consejo Superior de Deportes y protagonizaron el anuncio de fin de año de una famosa marca de cava.

Tras la medalla olímpica llegó lo más duro: “Tengo 22 años, he cumplido el objetivo de mi vida y ahora qué”

Año tras año, su pensamiento y sus sueños hablan en español. Entrena un par de días a la semana, está terminando el trabajo de fin de grado y, tras una beca, empezó a trabajar de incógnito como contable, pero la descubrieron y ya saben que es medallista olímpica, algo que también le está ocurriendo con quienes la conocen en el barrio.

Artemi se considera, sobre todo, gimnasta. ha seguido los juegos de Tokio y comenta que “no era consciente de lo que estaba pasando” cuando participó en Río, “una experiencia inolvidable” porque había “conseguido el objetivo de su vida”. Tras esto llegó lo más duro: “Tengo 22 años, he cumplido el objetivo de mi vida y ahora qué”.

Pero no se estuvo quieta. Tras un año, hubo universidad y “cursos de entrenadora, jueza…”. Habían cambiado los objetivo de esta hortalino-tesalonicense. El deporte sigue siendo su pasión, aunque declara que “ahora no quiero estar en un club todos los días y tener compromiso de ir a competiciones todos los fines de semana”. Otras cosas “tan sencillas como salir a cenar no se podía” en la alta competición.

Pero no se despegó del deporte y, cuando decidió este año volver a la competición, sus compañeras de Río le dijeron “bravo, pero qué haces ahí”. A Artemi esto, el campeonato nacional, no le “quita la medalla olímpica”, pero sigue ya que “ahora es disfrutar porque me gusta el deporte”, como bien muestra en su Instagram. De hecho, declara que “tenía la medalla de plata y la de bronce de ahora es un éxito”.

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Artemi Gavezou ejecuta un salto artístico en el rocódromo de su barrio. JAVIER PORTILLO

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