Hogar social es, en principio, una bonita manera de nombrar un proyecto solidario; dos palabras amables que cualquiera puede sentir cercanas. Ramiro Ledesma fue un poeta, novelista, periodista e ideólogo español de principios del siglo xx, todas ellas profesiones nobles y de altura intelectual. Un signo de los tiempos políticos que vivimos, sin embargo, es el del mimetismo y la confusión, donde las palabras y los nombres ocultan más que muestran y engañan más que enseñan.

En realidad, el Hogar Social Madrid-Ramiro Ledesma es el nombre que utiliza el sector más violento, retrógrado, racista y xenófobo del panorama político madrileño para acercarse a las poblaciones más vulnerables de la cuidad y recabar apoyos que los hagan más fuertes y capaces de realizar sus objetivos políticos, muy similares a los objetivos del fascismo español que desencadenó la guerra civil.

Ramiro Ledesma fue, además de lo dicho, fundador del movimiento nacionalsindicalista, que, inspirado en Mussolini y Hitler, sirvió de filosofía política al franquismo, especialmente, en sus momentos más sangrientos, durante la guerra y una larguísima posguerra.

En su peculiar estrategia de recogida de alimentos para ser repartidos entre población exclusivamente española, los chicos y chicas del Hogar Social Madrid-Ramiro Ledesma revelan el ADN de su historia: la exclusión y el sentimiento de raza, dos cuestiones que vienen acompañadas de un odio infinito hacia sectores de nuestra vecindad que ellos consideran enemigos.

Recientemente, Hortaleza se convirtió en objetivo de estas personas, que instalaron sus mesas de recogida de alimentos en las puertas del centro comercial Gran Vía de Hortaleza, procurando darse un barniz solidario ante vecinos y vecinas que pueden sentirse, en un primer momento, confundidas con ello, e incluso atraídas.

Un barrio sano y consciente como este tiene personas, jóvenes y mayores, que saben reaccionar y mostrar rechazo a semejantes manifestaciones de racismo, xenofobia y propaganda de carácter fascista y así se hizo patente, de manera inmediata, con la consiguiente respuesta violenta de estos individuos, que, más allá de ese aspecto social que procuran proyectar, esconden la violencia más gratuita de la que se puede ser capaz.

Hortaleza Periódico Vecinal quiere dedicar este editorial a aquellas vecinas y vecinos que supieron salir a la calle a decir que este es un barrio sano y solidario donde no cabe el fascismo y, especialmente, a aquellos que, incomprensiblemente, fueron detenidos por los cuerpos policiales y sobre los que pesa la amenaza de un proceso judicial, mientras que nuestros incómodos visitantes salieron limpios de polvo y paja para continuar con sus actividades, dejando un reguero de problemas por los diferentes barrios obreros de Madrid.

A tenor de las circunstancias, no podemos dejar de preguntarnos por qué la policía actúa contra los que protestan por la presencia de grupos fascistas en nuestros barrios —siete personas en este caso, incluida una que se encontraba en su trabajo— y no investiga y desmantela los propios grupos fascistas que han demostrado sobradamente —en Hortaleza, una vez más— que son ellos los violentos, racistas y xenófobos.

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