En pleno pueblo de Hortaleza, en la calle Mar Amarillo, se representa a Poncela, Zorrilla y a Mihura. No importa si no es bajo bóvedas o balcones, el arte siempre encuentra su lugar porque tiene vida propia. Atraviesa el espacio una alfombra roja, la de las estrellas, las estrellas de verdad, aquellas que llevan veinticinco años subiéndose a un escenario. El alma que hay detrás de un imponente telón de raso bermellón tiene nombre y se llama Santiago Alonso.
Buena pareja artística
Santiago ya está jubilado; lógico, empezó a hacer teatro nada más y nada menos que en los años cuarenta en Alcalá de Henares, donde era profesor de un colegio. Santiago me cuenta, con una mirada que parece la de un adolescente, chispeante y divertida, historias de la posguerra, cuando no había manera de que, a las niñas, les dejasen actuar en sus obras de teatro. “Los niños hacían de niñas —dice—. Una pena, pero aquella España era así.” Junto a Santiago, Vicente Morgado, actualmente, el director de la compañía, asiente divertido. Hacen buena pareja artística. Vicente consulta sus decisiones con Santiago y Santiago confía plenamente en Vicente.
En el escenario, hay una mesa camilla, algo que no puede faltar en la comedia española, una cama con dosel, una chimenea, varias puertas no giratorias y estampados floridos muy llamativos. Hablamos de Don Juan Tenorio, la gran obra del grupo de teatro Atril, consecuencia de una de las tres obsesiones de juventud que Santiago me confiesa: “Es la mejor obra, aquí la llevamos representando muchos años.
Ahora, es Vicente quien hace de don Juan, yo ya estoy muy mayor, pero quién sabe…”. Santiago es guapo. Estoy segura de que calzaba muy bien como don Juan. Le pregunto por sus otras dos obsesiones. “Son La venganza de don Mendo y Tres sombreros de copa”, me dice sonriendo. Muñoz Seca, Mihura y José Zorrilla han marcado la vida de Santiago. “La comedia española, el teatro de lo absurdo, es lo que más hacemos en el grupo de teatro Atril. Nos gusta reírnos. Llorar no. Hacer reír es muy difícil, mucho más que hacer llorar”, dice con alguna duda mientras Vicente lo observa.
Medio siglo de teatro
El grupo de teatro Atril se fundó un 30 de octubre de 1991 y, en pocos días, se celebra el veinticinco aniversario. El tiempo pasa para el grupo de teatro Atril y el escenario envejece. Pregunto a Vicente por los ingresos de la compañía, si dichos ingresos, al menos, les permiten ir reponiendo el atrezo. Vicente me mira incrédulo: “Aquí lo hacemos gratis. No cobramos nada. Lo llenamos siempre”.
Santiago se ríe y añade: “Y, además, los invitamos a café”. Me dan ganas de abrazarlos y los animo también a que, de vez en cuando, cobren a los hortalinos por ver tantas maravillas. ¿No pagan por una cerveza o un vino? Pues por qué no por ver todas las comedias que se representan en el teatro del barrio. En este país, siempre nos ha costado mucho valorar el trabajo de músicos, actores y escritores. Es triste. Santiago me confiesa que, hace años, en una ocasión en la que representaron La venganza de la Petra, les pagaron dos mil euros por una representación y casi pierde el conocimiento.
Me acerco a una imponente cama alta, cubierta con una colcha de raso verde. Vicente me explica que es la cama de la obra Eloísa está debajo de un almendro de Jardiel Poncela. La cama donde Edgardo pasa veintiún años tumbado porque sí, dependiendo de la paciencia de su buen mayordomo. Nos divertimos recordando algunas escenas y Sara, nuestra fotógrafa, aprovecha para inmortalizar el lecho de la vergüenza mientras jugamos con las luces del escenario y Vicente pone la iluminación de discoteca.
Premios y nominaciones
La compañía está formada por veinticuatro actores que varían según las épocas. “El elenco va renovándose, pero hay veteranos como María Luisa Ballesteros y Carmen Gil, ellas son las dos actrices más antiguas”, me dice Vicente. “Esto del teatro engancha mucho, vienen aquí y se olvidan de todos sus problemas. Tienen poco tiempo, pero lo disfrutan”, me dice Vicente. Además, descubro que tienen en su haber dos nominaciones por mejor actor de reparto para Vicente Morgado y mejor actriz para Yolanda Jiménez en el XIII Certamen de Teatro Ana María Vidal de Brunete.
Si al lector le han entrado unas ganas irrefrenables de ir a verlos, solo tienen que consultar el programa en su sitio web (www.atril.es) y reservar su asiento, ya les he avisado de que siempre llenan y parece ser que vuelven con los 3.000 versos de Don Juan Tenorio, la primera de las obsesiones de Santiago, algo que no pienso perderme.