Dicen que la vida marca los días y la radio, los minutos. La radio se encuentra muy lejos de cuentos y de falacias, de leyendas y ensoñaciones, es el momento, suena con nuestra respiración, con el aliento del instante.
En nuestro barrio late como un corazón bravo al son de lo cotidiano, a veces grita, otras nos sigue mientras caminamos, y casi siempre nos cuenta lo que pasa en nuestras calles, entre nuestra gente. Planchamos, estudiamos, leemos, nos adormilamos, conducimos o nos amamos, cerca de sus sonidos y melodías, a veces, incluso, nos puede salvar la vida. Mi generación creció con ella, con esas radios pequeñas y cuadradas que se multiplicaban en los dormitorios, las cocinas, los garajes y los cuartos de baño.
Recuerdo las radios pirata de los años noventa, muchos de nosotros queríamos cambiar el mundo con nuestra voz, también recuerdo que todos pensaban que un día moriría. Sin embargo, se equivocaron, como también se equivocan aquellos que quieren silenciarla, apartarla, ahogarla. Creo que la libertad está en elegir, la libertad es eso, decidir por uno mismo, no permitir que otros lo hagan por ti. Cuando más libres somos, más desean otros acallar nuestras voces, enjaularlas.
“Creo que la libertad está en elegir, la libertad es eso, decidir por uno mismo, no permitir que otros lo hagan por ti”
Me entristece que la radio de mi barrio, esa que siempre ha sido testigo de nuestros viajes, conciertos, tertulias e historias, se quede sin aire, sin casa, sin sustento. Quiero que la radio de mi barrio esté viva y crezca con nosotros, y por eso quiero dedicar esta columna a Radio Enlace, la emisora libre y comunitaria de Hortaleza, la nuestra, que da información sobre el nordeste de Madrid.
Quiero asomarme a través de mi ventana y poder contemplar a todos aquellos que la hacen posible, quiero que sigan susurrándonos al oído, cantando o gritando, da igual, pero que nunca se callen, porque somos un barrio especial, bondadoso, curioso, variado y libre, muy libre.