¿Qué tienen en común los apartamentos Bonanza de Torremolinos, en Málaga, con los bloques de ladrillo que forman el barrio de Parque de Santa María, en Hortaleza? Además de cierto parecido arquitectónico, todos fueron levantados en los años 60 por la promotora Construcciones Residenciales y Sociales, propiedad de la familia catalana Miarnau, una de las más ricas de España.
Los Miarnau, que también construyeron en Hortaleza el barrio de San Miguel y los edificios de Santa Virgilia, nunca se quisieron desprender de la propiedad de muchos los pisos en nuestro distrito, que cinco décadas después siguen en alquiler. Sin embargo, ahora pretenden vender esos inmuebles con sus inquilinos dentro.
El empresario Jorge Miarnau Banús, (con más de 800 millones de euros es una de las 100 mayores fortunas españolas) mantenía la propiedad de decenas de viviendas del Parque de Santa María repartidas en tres inmobiliarias (Urbión, Francolí y Hontanar) de la compañía IOSA, que forma parte del grupo Comsa Emte, una de las grandes constructoras del país.
Ahora, esas viviendas serán vendidas a Ponca Investments 2015, una sociedad creada hace tan sólo seis meses y propiedad de Valentín Bascuñana, otro empresario catalán dedicado a la gestión de inmuebles. Una operación que ha generado preocupación entre los inquilinos por las consecuencias que puede tener en sus alquileres.
OPERACIÓN OPACA
Aunque la venta afecta a decenas de familias del barrio, apenas se conocen detalles de la operación. Ni siquiera los propios afectados. La primera noticia que recibieron los inquilinos llegó por carta en septiembre. “Nos dirigimos a usted para informarle de que la propiedad ha decidido vender a la compañía española Ponca Investments 2015 el inmueble del que usted es arrendatario”, informaba la misiva, dirigida a aquellos vecinos que tienen derecho de tanteo y retracto sobre las viviendas alquiladas, es decir, que por ley pueden adquirirla antes de que sea vendida a un tercero.

Viñeta de Agustín Jiménez
BARRIO BARATO
La carta también asegura que las condiciones de actual contrato de alquiler no sufrirá ninguna modificación con el nuevo arrendatario. Sin embargo, ese derecho no lo disfrutan los inquilinos con contratos más recientes, que no han recibido carta alguna.
Estos vecinos temen que no puedan renovar sus actuales condiciones en 2018, cuando finalizan los contratos, tras el cambio de casero, lo que supondría abandonar su actual vivienda y quizás el barrio. Parque de Santa María es una de las zonas con alquileres más baratos de todo el distrito de Hortaleza, la única opción de muchas parejas y familias sin muchos recursos económicos. También para jóvenes del barrio cuando se independizan.
¿GENTRIFICACIÓN?
Ante esta situación de vulnerabilidad, el vecindario de Parque de Santa María ha comenzado a organizarse. Desde septiembre se celebran asambleas en la asociación La Unión de Hortaleza (c/ Santa Susana, 55) donde los inquilinos afectados están compartiendo información y asesoramiento. Tanto los que quieren comprar como los que no pueden están llenos de dudas y, sobre todo, de temor al futuro.
“En el barrio ya hay muchas casas vacías, y hay bloques donde hace tiempo que no se ponen en alquiler”, asegura uno de los vecinos afectados, que interpreta la venta como una operación de gentrificación: un proceso donde la población de un barrio es progresivamente desplazada, con el incremento de precios, por nuevos vecinos con un mayor poder adquisitivo. “Y eso destrozaría el tejido de este barrio”, pronostica otra inquilina.
A saber quién o quienes van a ser los nuevos empresarios que compren los pisos y sobre todo qué van a hacer con ellos…los vecinos están asustados y con razón
Fui víctima de la gentrificación en 2019. Soy de Parque de Santa María, donde me crié. En 2015 pude alquilar en el casco histórico de Hortaleza, en la calle Mar Caspio y, sin saberlo, eran mis últimos años en Madrid… En 2019 mi casera me subió 150 euros de golpe el alquiler y decidí que era hora de marcharse. Me apena mucho, pero no queda nadie en Parque de Santa María de mis amigos de la infancia; quedan nuestros padres y algunos abuelos, que aún viven en las casas de ladrillo y ven como cada vez tienen más vecinos que vienen y van porque, efectivamente, hay inmobiliarias que se han hecho con escaleras casi enteras de esos bloques. Es una pena, pero el barrio que no es lo que fue, por ese motivo, por que los jóvenes (cada vez menos) nos hemos tenido que marchar fuera del barrio o hasta a otra parte de España, como es mi caso, y el pequeño comercio que era seña de identidad de nuestro barrio está desapareciendo; solo nos van a quedar franquicias y locales convertidos en vivienda.