El club Compartiendo Palabras nació en abril de 2021 de la mano de Sonsoles Martín Castilla, responsable del departamento de psicología del Centro Municipal de Salud comunitaria Hortaleza (CMSc Hortaleza) y del periodista Ángel Alonso. El club, ubicado entonces en el CMSc de la calle Juan Clemente Núñez número 3, surgió como un taller de terapia para la soledad no deseada con dos cosas claras: que un libro será siempre el mejor amigo que te acompañe en cada momento y que te ofrece mil posibilidades y que el papel tiene una función reparadora. Sin embargo, pese al esfuerzo de ambos fundadores, el piloto no funcionó “debido al miedo y desconfianza de sus primeros miembros”.
A finales de 2022 decidieron volver a intentarlo, esta vez en el Centro Cultural Hortaleza (calle Santa Virgilia, 15) donde estuvieron dos cursos. “El primer encuentro oficial fue difícil, ya que venía escarmentado del primer asalto y con una sensación un poco desilusionante”, según relata Ángel, coordinador del club, además de que se toparon con obstáculos como la burocracia. Pero todo el mundo habló claro y el entendimiento llegó casi desde el primer minuto. La clave que les ha llevado a casi 4 años de funcionamiento es que los nuevos integrantes se implican de verdad, queriendo hacer terapia conjunta tanto con la lectura como con la escritura escribiendo desde relatos de ficción hasta haciendo realidad sus vidas.
COMPARTIENDO PALABRAS, UN CLUB GRATUITO
Actualmente, Compartiendo Palabras es un club de carácter gratuito conformado por una docena de miembros donde el perfil más recurrente son personas jubiladas, dado que la hora para reunirse es a las once de la mañana cada martes, aunque según nos comenta su coordinador “está abierto a todo el mundo que quiera participar”. Cuando formaban parte del centro cultural de Hortaleza, las personas interesadas en participar en el club de escritura tenían que apuntarse allí, pero ahora los requisitos son que haya plazas y escribirles un correo a blogcompartiendopalabras@gmail.com, adjuntando un relato de elaboración propia. Algún curso, si la demanda ha sido alta, se ha abierto un segundo grupo donde los escritores más veteranos han asumido la doble función de alumno en el grupo principal con Ángel y de profesor en el subgrupo. Pero la línea actual es de ser un taller de coincidentes y amigos donde las reglas se van estableciendo sobre la marcha y los integrantes suelen ser los mismos por permanencia.
El funcionamiento de las sesiones suele ser más o menos el mismo iniciando con explicaciones más teóricas, pero que requieren atención como, por ejemplo, la sintaxis y la ortografía. Entre los temas recurrentes, se encuentra la valoración de los textos para ayudar infundirles mayor énfasis, así como aspectos dentro del idioma como el significado de algunas palabras, entre otra gran variedad de temáticas que ayudan al alumnado a sentirse más cómodo en los distintos géneros y, a su vez, a crear su propio estilo a la hora de escribir. Posteriormente, se pasa a leer los relatos cortos que han redactado los miembros esa semana, a propuesta del profesor o por preferencia. Para cerrar el encuentro, se abre un turno de debate en el que se comentan unos a otros qué les ha parecido la obra de los otros. “Soy una persona crítica y considero que, para crecer, hay que aceptar la opinión y que no siempre está bien lo que se hace, sino hay que estar abierto al aprendizaje y, de esa mejoría, se puede sacar una mayor confianza y un subidón de ego”, recalca Ángel.
Entre los proyectos que tiene en marcha Compartiendo Palabras está su blog donde publican escritos, seleccionan la imagen de la semana y se puede conocer un poco más de sus integrantes. También han querido nutrirse de conocimiento y experiencia recibiendo a varios invitados en los que figuran: Manuel Pérez Barrio Pedro, el autor de la foto de Tejero para hablar del lenguaje fotográfico; Fernando Moreno, autor de novela negra; Víctor Vegas y Rodrigo Alarza; Mario Escobar, escritor de libros ligados a la historia; Nacho Alonso y Ángel Carchenilla, periodistas que fueron a hablar del lenguaje en el Congreso de los Diputados. Cabe recalcar, además, que cada año publican un libro con los relatos cortos más periodísticos entre muchos otros más. Asimismo, han llevado a su club fuera del aula para realizar excursiones a sitios emblemáticos de Madrid como la Real Academia Española o el Congreso de los buenos de cada curso.

Visita del club de escritura Compartiendo Palabras a la Real Academia Española el 29 de noviembre de 2024, acompañado por varios invitados más.
PROBLEMAS CON LA ADMINISTRACIÓN
No todo ha sido un camino de rosas para Compartiendo Palabras, ya que en el inicio del curso 2024/2025 tuvieron que cambiar de espacio dado a que, “sin previo aviso”, el centro cultural de Hortaleza no podía mantener la actividad. “Desde el principio, el director del centro, Javier Agudín, nos trató de maravilla y no nos puso trabas de ningún tipo”, comenta Ángel, de hecho, les dio garantías de que podrían comenzar con normalidad el pasado mes de septiembre. No obstante, Ángel apunta que lo que más le molestó es la falta de razones y que él tuviera que llamar para ver qué es lo que estaba ocurriendo. Este suceso supuso una bajada en la moral del club y a día de hoy la única explicación que pueden sacar es meramente política. “El cambio de concejal –que Ángel tacha de “simpático”, aunque no comulguen en posturas– me ha hecho pensar que la política se está utilizando como un instrumento de enfrentamiento y cada vez se buscan actividades culturales más regladas”.
Pero la historia del club pudo seguir gracias a la colaboración de Paco Cruz, quien siempre ha estado de algún modo en la vida de Ángel con su participación en la tertulia en el bar Boulevard y les ofreció una sala en la iglesia evangélica Cristo Vive ubicada en Gran Vía de Hortaleza. El único cambio que les pidió fue el horario: que, en vez de 10.00 a 12.00 horas como en el centro cultural, fuera de 11.00 a 13.00 horas. “Inicialmente, tuvimos ciertas sospechas de que quizá tendríamos que seguir una línea religiosa, pero nada más lejos de la realidad”, aclara el periodista y coordinador, además de que el trato es de lo más servicial (incluido el café en cada sesión). Por todo ello, Ángel habla de esta institución como “un ejemplo de lo que es hacer barrio y comunidad ofreciendo actividades de todo tipo como conciertos, grupos juveniles o zumba, entre otros”.
Para cerrar, Ángel Alonso anima a las nuevas generaciones a levanten la mirada de las pantallas, miren más allá de las propias fronteras y plasmen en un texto todo lo que les ocurre, de igual modo que hace este grupo de vecinas y vecinos hortalinos para desarrollar la capacidad de crear y sobre todo de pensar.



