Fundado en el año 1966 por Antonio Jiménez, campeón de España de natación, el Club de Natación Jiménez no solo ha enseñado a nadar a generaciones de niños y niñas, también impulsó un equipo federado de natación con un centenar de deportistas que lograron medallas. El cierre es consecuencia de las dificultades económicas derivadas de la tormenta Filomena, que en 2021 hundió el hermoso pabellón acristalado que albergaba la piscina olímpica, el gimnasio, la cafetería y los vestuarios.

La familia Jiménez, liderada por Charo Jiménez, viuda del fundador, consiguió volver a abrir nueve meses después adaptando la piscina de verano con una cubierta provisional. Durante dos años, han seguido trabajando, dando clase como siempre a cerca de 700 alumnos del vecino Liceo Francés por la mañana, y por la tarde acogiendo a algunas escuelas infantiles, clases por niveles para adultos, así como de gimnasia y de todo tipo de actividades acuáticas.

“No recibimos ayudas para reconstruir el pabellón, pero hicimos todo lo posible por continuar”, explica Charo. Con la reducción de capacidad, los altos costes energéticos y de mantenimiento no les han permitido sobrevivir: “Solo de gas pagábamos 14.000 euros al mes”. El verano ha sido paradójicamente lo que más daño ha hecho a estas piscinas: “Sin clases, con ingresos cero, no nos llegaba para pagar las nóminas, hemos tenido que pedir préstamos”. Esta mujer fuerte, que no quiere dejarse llevar por la tristeza, cuenta de pasada que perdió su casa por las deudas, hasta que la situación se ha vuelto insostenible.

El centenar de nadadores del equipo Club Natación Jiménez también busca sede

Uno de los activos más valiosos ha sido el equipo humano del club, unos 20 empleados que forman “una familia estupenda”. Afortunadamente, señala Charo, que a sus 75 años dice que ya está “de retiro”, tiene la tranquilidad de dejar “a casi todos trabajando, yo he ido a la federación para pedir que les dieran empleo, tienen un buen currículo porque trabajar en Jiménez es una garantía”. El centenar de nadadores del equipo Club Natación Jiménez también busca sede, mientras batallan con la federación para conservar el nombre.

El futuro del goloso terreno donde se ubicaba el club, en la avenida de los Madroños con salida a la calle Silvano, está por definirse. Con una calificación urbanística de dotacional privado deportivo, las posibilidades son limitadas, y un gimnasio en una zona envejecida como Conde de Orgaz, probablemente no tendría mucha clientela: “Aquí los vecinos son ya gente mayor, que vienen los hijos y los nietos de visita, pero no son usuarios”. Charo mantiene la esperanza de una recalificación que les permita recuperar el dinero: “Quizá se podría construir una residencia de mayores, o de estudiantes. Esperamos un inversor con visión que sepa valorar un espacio como este en pleno Conde de Orgaz”.

JIMÉ, EL ESCULTOR

También está la versión artística de Antonio Jiménez, que además de la natación, tenía otra pasión, que empezó a desarrollar en Venezuela, donde la familia con sus cuatro hijos vivió 30 años. Jimé, como firmaba sus obras, abrazó el bronce como forma de expresar su original sentido del arte, algo “cósmico y orgásmico”. Dos de sus obras de gran formato siguen en el jardín del Club de Natación Jiménez, esperando también un comprador. “Estaban en el jardín de la casa que perdí, me las tuve que traer aquí”, indica su viuda, que más de 20 años después de su fallecimiento, sigue hablando de su esposo como “un genio” con admiración. Se trata de piezas de tonelada y media que, a modo de sugerencia, podrían quedarse en Hortaleza, como homenaje a este nadador que un día tuvo un sueño, y al Club de Natación Jiménez, una institución en el barrio.

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