Todos somos, en cierto modo, lo que hemos besado. Podemos medir nuestra historia tirando del hilo de todos esos besos, desde el primero hasta el último
Todos somos, en cierto modo, lo que hemos besado. Podemos medir nuestra historia tirando del hilo de todos esos besos, desde el primero hasta el último
La pandemia del coronavirus impide este año celebrar el Orgullo en las calles, pero la reivindicación se puede extender a todos los barrios, a cualquier rincón, con simples detalles para defender la libertad y la diversidad
Apareció el virus del narcisismo y las protestas de gama alta en las calles llenas de ‘parvenues’, donde se esconden los menos pudientes de los pudientes. Los que temen, si esto sale mal, verse empujados a vivir de esos subsidios de los que ahora echan pestes
Queremos construir una sociedad en la que todas las familias, todas las personas mayores y todos los escolares tengan igual acceso a la cultura, a la educación y a la información
Debemos cuidarnos los unos a los otros porque el individualismo (en lo económico y lo social), el sálvese quien pueda, a la vista queda, no funciona
«Me gustaría que alguien retratara a estas personas de mi barrio. No solo para inmortalizarlos como pequeños grandes héroes, sino para mostrar sus caras. Esas caras de estar ahí pese a las circunstancias»
Ahora que vamos a tener tiempo de estar en casa sería bueno dedicarle un rato para replantearnos qué podemos hacer nosotros, pensando de nuevo en colectivo, qué tipo de mundo queremos
Los vicencianos llegaron a Hortaleza en 1896, donde llegaron a tener uno de sus mayores seminarios repleto de estudiantes de Filosofía. Ahora, en lugar de ecos de Santo Tomás, alrededor de la iglesia de San Matías se escucharán los bramidos del ‘fitness’
El Ayuntamiento cambiará la linde de los distritos de Hortaleza y Barajas para ajustarla a las calles de Valdebebas, donde la actuar frontera dividía algunos bloques de viviendas de este reciente desarrollo urbanístico
Es la gran diferencia entre la infancia y la edad adulta: crecer es borrarle el nombre a tu amigo imaginario, aunque, en cierto modo, continúe empadronado en tu cabeza