¿Crees que, para ser feliz, tienes que encontrar a “tu media naranja”? ¿Te has sacrificado “por amor”? ¿Has perdido amistades y relaciones familiares “por amor”? ¿Has aguantado humillaciones y has rogado “por amor”? Si has respondido sí a alguna de estas preguntas o consideras que esto no es tan importante o te preguntas por qué las mujeres que son maltratadas continúan con sus parejas, este tema te interesa.

AMOR ROMÁNTICO

Es un amor ideal, incondicional y de final feliz, que la cultura y la sociedad nos han vendido siempre como “el amor perfecto”.

Nos pone ideas preconcebidas sobre qué debemos sentir o cómo debe actuar cada miembro de la pareja, lo que lleva a consentir conductas de control e, incluso, a normalizarlas en pos del amor. Sin embargo, dichas conductas resultan ser muy dañinas y nos hacen pensar que “el amor es doloroso y es una lucha constante” cuando, en realidad, debería ser un motivo de alegría y crecimiento mutuo. Por eso, se dice que el amor romántico es un factor de riesgo para establecer relaciones de desequilibrio de poder en las parejas y genera situaciones que pueden derivar en violencia de género.

CARACTERÍSTICAS

En este tipo de amor, no hay espacio para terceras personas, es exclusivo entre dos y no se concibe que puedan tenerse amigos del sexo masculino, que se salga con amigas y que la familia tenga un espacio importante en tu vida. Primero, siempre será la relación.

Los celos son aceptados como una muestra de “amor verdadero”. Se cree que, si nos ama, forzosamente, debe celarnos y sentir preocupación ante posibles pretendientes, ya sean amigos o personas que formaron parte de tu pasado.

Es posesivo, se entiende al otro como una propiedad privada. Esta idea de que los enamorados viven el uno para el otro puede aislar a las personas, lo que dificulta la ruptura por ausencia de vínculos que la respalden. Se caracteriza por una entrega total e incondicional hacia la pareja, justificando el hacer todo por esta, pues “el amor no tiene límites”. Se es capaz de dejar todo por amor y, de hecho, debe hacerse para demostrarlo, pues, cuando se quiere tanto, “lo demás no importa”. De igual forma, no importa lo que la otra persona haga, todo es aceptable y perdonable porque “el amor está por encima de todo”.

La relación está fuertemente estereotipada. Los hombres deben proteger a su pareja, ser fuertes, impulsivos y hacerse respetar a la par que son caballerosos; mientras que las mujeres han de mostrarse dóciles, frágiles, siempre dispuestas y muy femeninas. Si alguno de los dos cambia, el amor se tambalea, ya que la base de este amor es la permanencia de roles desiguales para los miembros de la pareja.

El amor romántico implica sacrificio. Una mujer que ame realmente estará dispuesta a cambiar por la otra persona, a renunciar a su personalidad, a todo por satisfacer los deseos del otro.

Igualmente, este tipo de amor es “a primera vista”. Se basa en la atracción que sienten dos personas nada más verse y no contempla la necesidad de conocer al otro antes de iniciar una relación porque no considera enamorarse de una persona tal y como es, aceptándola con sus virtudes y defectos sin pretensión de cambiarla.

¿POR QUÉ UNA RELACIÓN ASÍ?

A las mujeres se nos ha transmitido desde siempre que el sentido de nuestra vida es “ser para los otros”, es decir, ser buena hija, buena hermana, buena amiga y, claro está, buena esposa. Siempre se nos dice que necesitamos encontrar nuestra “media naranja”, como si nos faltara algo. Para las mujeres, su ser se construye a través de completarse con los otros, lo que implica la necesidad vital de los demás.

Aprendemos a ser seres para el amor, este se convierte en el centro de nuestras vidas y creemos que lo necesitamos, que la persona cambiará con el amor que le ofrecemos. Esta actitud nos convierte en seres completamente dependientes que, al no sentirnos correspondidas o sufrir infidelidades, creemos enloquecer porque nos encontramos solas, apartadas de amigas y amigos y familiares y pendientes de un hombre que nos ignora como personas y se cree con derecho a tomar decisiones por nosotras.

Como afirma Yolanda Herranz Gómez, “el amor romántico es un amor patriarcal y es la herramienta más potente para controlar y someter a las mujeres, pues, en la estructura de dominación masculina, es fácil confundir amor con sumisión y disponibilidad”. Por eso, el amor romántico no es amor, sino dependencia, necesidad, miedo a la soledad y la creencia errónea que nos impone el género: que el amor es dolor.

AMOR SANO

Un amor auténtico, sano, requiere entender que el amor ha de estar basado en el buen trato y en la igualdad. Entender que somos personas completas y valiosas, dar valor a cómo nos sentimos y no aguantar situaciones dolorosas.

Es un amor donde la primera en quererse debes ser tú misma, donde te sientas cuidada y reconocida, donde tu pareja se interese por verte crecer como persona y donde tengas tus propios planes, proyectos y espacios personales con tus amigas, amigos y familia sin miedo a las reacciones de la otra persona, sin necesidad de fingir ni de cambiar tu forma de ser o de ver la vida.

La tarea de construir un amor auténtico y sano es común a hombres y mujeres, ya que es fundamental tener modelos femeninos y masculinos que no estén basados en la supuesta fragilidad de ellas y la brutalidad de ellos y establecer relaciones igualitarias en las que las diferencias sirvan para enriquecerse mutuamente y no para someterse unos a otros. Las mujeres necesitamos empoderarnos para que no vivamos sujetas al amor y que los hombres entiendan que las mujeres no somos objetos a su disposición, sino compañeras de vida, a la par que aprendan a gestionar y controlar sus emociones, su ira, su impotencia, su rabia y su miedo.

Identificando cómo vivimos nuestras propias relaciones, analizándolas, visibilizando, podemos acabar con la desigualdad y el machismo y construir y aprender una nueva forma de amar que nos aleje de la violencia.

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