Soy estudiante del instituto público Conde de Orgaz y, este curso, he tenido la oportunidad de participar en un programa de la ONU llamado Global Classrooms Model United Nations, donde se participa en conferencias en las que se representa a un país y se expone su posición respecto a un problema global, además de proponer soluciones que lo reduzcan y eliminen. Es un concurso y el premio es debatir en Nueva York (Estados Unidos), donde se encuentra la sede de la ONU.

Al principio del programa, los centros escogen a diez personas para que vayan a debatir con el resto de institutos en la primera conferencia. En esta fase, se elimina una gran cantidad de centros y, en la segunda conferencia, se hace entrega de premios a los estudiantes que hayan representado mejor su país y hayan hecho un buen trabajo de investigación. Según cómo hayan actuado los estudiantes durante todo el proceso, los institutos que hayan pasado a la segunda fase han de escoger a un alumno de los diez participantes y prepararlo para una entrevista en la que debe responder a preguntas sobre por qué le interesa el proyecto.

LA SELECCIÓN

Cuando Alexandra García (asistente de conversación que nos ayudó durante todo el proceso, licenciada en la Universidad de Brown, Nueva York, en Relaciones Internacionales y Economía) llegó a clase y nos planteó el proyecto, supe que iba a ser una experiencia increíble. Poco tiempo después, los alumnos de 3º de la ESO de la sección bilingüe ya estábamos preparando la conferencia en la que elegirían a los diez estudiantes que participarían en la primera fase con otros institutos.

Trabajamos por parejas y la verdad es que, aunque éramos diez chavales de 14 y 15 años que no teníamos una relación especialmente cercana, conseguimos trabajar en equipo y nos reímos, cantamos y lloramos juntos. Los diez alumnos pasamos la primera conferencia, con el tema Violencia Contra la Mujer y, en la segunda, dos compañeras, que representaban a la delegación de Costa Rica en el tema de Refugiados, consiguieron un premio en la Asamblea de Madrid.

Cuando llegó el momento de escoger a uno de los diez, fue terriblemente difícil para nosotros. Yo no me quería separar de mi compañera, Josmary, con la que había compartido tantos momentos buenos y grandes debates en las conferencias. Sin embargo, mis compañeros y profesores decidieron que me mandarían a la entrevista, y yo no me lo podía creer porque, durante todo el proceso, había descubierto que eso es lo que me gusta hacer, ser la voz de las personas que necesitan ser oídas, ya sean niños, mujeres, refugiados…

HPV36 ONU BIrene (a la derecha), junto a otros alumnos, en el aeropuerto de Barajas antes de viajar a Nueva York

EN NUEVA YORK

Al final, me escogieron junto a otros diez alumnos de la Comunidad de Madrid para ir a Nueva York, libre del coste de los billetes de avión y el hotel de cuatro estrellas. Despegamos el día 9 de mayo y, tras seis horas de viaje en avión, por fin llegamos. Lo que más me gustó de Nueva York fue la visita a la Estatua de la Libertad y al Museo de la Inmigración de la isla de Ellis, que era donde llegaban todos los inmigrantes que querían entrar en Estados Unidos.

También encontré muy agradable el paseo que dimos por Central Park, el gran pulmón de la ciudad, así como la corta visita que hicimos al Museo de Arte Metropolitano. Pero lo que más disfruté fueron las conferencias. Aunque los alumnos eran mayores que nosotros y tenían más nivel de estudios, me resultó fascinante conocer a gente de lugares tan diversos como Líbano, Reino Unido, India, Alemania, Italia, Estados Unidos…

El día de la entrega de premios, que se celebraba en la sede de la ONU, estaba lloviendo a mares y tuvimos que esperar fuera hasta que todos los participantes pasamos el control de seguridad. Aun así, en la fila, el ambiente era puro entusiasmo y alegría. En cada parte de la cola, podías oír un idioma distinto y hasta gente cantando. Yo, que me estaba empapando, acabé debajo del paraguas de un chico libanés muy majo que me contó muchísimas cosas sobre su país.

HPV36 ONU AIrene, dentro de la sede de Naciones Unidas

LA SEDE DE LA ONU

Al entrar en la ONU, lo que sentí es indescriptible. Llevaba seis meses soñando con ese momento, y no me decepcionó. Me quedé boquiabierta. Sentarme, con tan solo 15 años, en el sitio que ocupa un embajador me hizo sentir que puedo conseguir mi objetivo: estudiar Relaciones Internacionales para, en un futuro, poder volver allí, pero como diplomática.

Obviamente, todos sabemos que la ONU no puede obligar a ningún país a hacer nada, pero es una forma de diálogo entre las diferentes naciones, y ese diálogo es necesario para que se conozca la situación de la gente que vive en dichos países.

Ha sido una experiencia muy importante para mí y la conclusión que saco es: da igual qué edad tengas y de dónde seas, puedes hacer algo para defender lo que crees que es justo y ayudar a dar visibilidad a quien lo necesita. Tú eres el único que puede cambiar algo, así que no delegues la carga solo en los demás y sal. Sal a defender tus derechos y los de los demás porque todos vivimos en este planeta, al que llamamos hogar, y necesitamos ayudarnos para llegar a nuestro objetivo: sobrevivir.

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