Las ‘dragonas’ de Hortaleza ya son parte de nuestra mitología. Hemos quedado con una de ellas a las ocho cerca de su trabajo. Es una de las capitanas del XV de Hortaleza, uno de los dos equipos de rugby de nuestro distrito, el único que disputa la División de Honor. Me digo que será fácil de reconocer. Me da el capricho de pensar que sea alta, corpulenta y rubia o pelirroja. ¿Quién sabe por qué?

Una joven de mediana estatura con gorro de lana, gafas y aspecto bohemio, de artista, va a entrar en ese momento y lanza una mirada interrogativa. ¿Coral? Sí, es la capitana. Caen las intuiciones, los antojos, y sube al pedestal identitario de Hortaleza un nuevo rostro desde el que se proyectó aquel pregón en las Fiestas de 2016 que renovaba el género y nos estremecía con lemas de ánimo y orgullo: ¡En Hortaleza, no nos rendimos!

¿Por qué te eligieron para el pregón?

Porque las otras dos capitanas se fueron de viaje ese fin de semana y era la única que quedaba. Además, soy de Hortaleza.

Fue un pregón intenso

No esperaba que saliera tan bien, pero me ayudaron Elena Lanuza, una compañera del equipo, y mi pareja, José Luis del Valle, jugador del Cisneros y de la selección española de rugby XV.

¿De qué barrio eres?

Mis padres vivían en San Lorenzo. Luego, fui a vivir con mi madre a casa de mi abuela por donde el Pablo Picasso y, después, volvimos a San Lorenzo.

¿Alguna vivencia?

Cuando tenía 8 o 9 años, mi abuela no me dejaba salir sola. Un día, le dije que iba con una amiga al parque de al lado, pero nos fuimos al Pryca. Ahora lo veo y está al lado (risas).

¿Dónde has estudiado?

En el Dionisio Ridruejo y, después, el Gabriel García Márquez.

¿Algo especial de esa época?

Empecé a ir a clases de dibujo como extraescolar en el Dionisio. Recuerdo que, en el vestíbulo, exponíamos los dibujos y era como… “¡Dios mío! Soy famosa”, pero nadie veía esos dibujos (risas).

¿De ahí tu vocación profesional?

Quería hacer Arquitectura Técnica, pero no saqué la nota de corte en selectividad y… ¡menos mal! Estudié Diseño de Interiores, que es un título de la Politécnica. Mis padres tuvieron que hacer un pequeño esfuerzo, pero, bueno, no era tan cara como una privada. Y me encantaba.

Vi en internet tu trabajo de fin de grado.

Estoy muy orgullosa del resultado. Soy bastante perfeccionista.

Lo acompañas con versos de Miguel Hernández.

Me encantaría leer y saber mucho más de poesía. Quien me influye es mi madre; ella se muere por la poesía.

Pregon Dragonas 4Coral y las jugadoras del XV Hortaleza, durante el pregón de las Fiestas 2016 / Foto Sandra Blanco

¿Estudias o trabajas?

Trabajo en Alazán Decoración. No es un estudio en el que solo haga proyectos. Estoy de cara al público y tenemos un showroom (exposición) al que puede entrar cualquier persona.

¿Has dejado la pintura?

Ahora me dedico solo al diseño de interiores, pero siempre intento hacer algún cartel. Toda la cartelería del equipo en Facebook del año anterior la hice yo. Mi madre siempre me regaña, “Tienes que dibujar más”. Porque es algo que, al final, pierdes, pero con el trabajo, el rugby…

¿Y el deporte?

En Educación Física, se me daba muy bien la resistencia, correr y poco más, o sea, nunca he sido deportista hasta que conocí el rugby. Ahora soy la más disciplinada y comprometida. Lo tenía ahí dentro guardado.

¿Cuándo lo descubriste?

Hace seis años. Fue a través de Patri, una amiga, muy amiga, y vecina. Me dijo que había conocido a Álex, un chico enorme que jugaba al rugby en Hortaleza, y le pregunté que qué era el rugby. Un día, fuimos a verlo y no entendimos nada: “Pero ¿dónde me has traído? ¿Por qué saltan y por qué cogen a ese? ¡Qué rollo!”.

¿Y cómo te enganchaste?

Empezamos a salir con el grupo del equipo de Álex, el XV de Hortaleza. La hermana de uno de estos chicos quería montar el equipo femenino, le comió un poco la cabeza a mi amiga Patricia y ella me propuso ir al primer entrenamiento.

Y aceptaste.

No, le dije “Pasadlo muy bien”, pero insistió y, aunque yo era cero deportista, acepté, pero solo a un entrenamiento.

¿Y solo un entrenamiento?

Poco a poco, empezamos a bajar un grupo de chicas a entrenar. Mario y Juanan, dos chicos del club, dijeron “Venga, os entrenamos”. Todas les estamos muy agradecidas a estos dos primeros entrenadores.

¿Qué se requiere?

En el rugby, hay sitio para todo el mundo y eso es lo bonito de este deporte. No digo sitio en plan de venga vente. No, no. Es que hay sitio para todo el mundo de verdad: para gordos, flacos, bajitos y altos.

¿Cómo fueron los inicios?

Al principio, fatal. Nos metían cien a cero. Estuvimos así dos años al menos. Pero nosotras seguíamos.

¿No os desmoralizó?

En rugby, se juega un primer y segundo tiempo, pero el tercero también es obligatorio. Es una manera de agradecer al otro equipo que esté jugando contra ti. No dices me rindo, me estás metiendo puntos… No, sigues y sigues. Y esto es lo bonito.

¿Cuándo cambiaron los resultados?

Fue hace tres o cuatro años, cuando empezamos en regional. Mi, entonces, entrenador y el entrenador del Atleti, que son hermanos, hablaron con el club para unirnos y las del Atleti se hicieron de Hortaleza.

Coral XV HortalezaCoral (a la izquierda) durante un partido del XV Hortaleza. Foto Sandra Blanco

Y alcanzasteis la División de Honor.

El año pasado, pasamos de estar, ahí, en la nada a, de repente, empezar a viajar.

¿Y os mantenéis?

El nivel sube muchísimo. Nosotras somos nuevas y esos equipos llevan jugando en División de Honor mucho tiempo. Hay un trabajazo de los entrenadores, del club y de las chicas; no pueden hacerlo todos los equipos.

Además, eres entrenadora, ¿no?

Hice el curso de entrenadora, y aprendes muchísimo de la vida. A toda la gente que tenga un hijo de 3 a 5 años, le digo que lo lleve a rugby porque aprenden unos valores increíbles.

¿Hay plazas en el XV de Hortaleza?

Quien quiera venir es bienvenido. Nunca ha habido plazas limitadas.

¿Qué necesita el club?

Un bar porque, en este deporte, el tercer tiempo se hace en un bar y siempre tenemos que estar yendo de un lado a otro. Ha habido una propuesta por parte del club, pero, como el campo es del Ayuntamiento, este es el que tiene que decidir si le parece bien.

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