La ponzoña de la derecha no ha cesado de babear sobre Manuela Carmena y su equipo desde que ganaron las elecciones, pero ni los Reyes Magos han generado tanto escándalo como la memoria histórica. Fue filtrarse una supuesta lista de cambio de nombres de calles franquistas (con gente tan limpia como Yagüe, que, solo por casualidad, pacificó Extremadura fusilando a civiles) y alterarse el PP con tal furia que hacía sospechar cierta nostalgia por la dictadura, como si, digamos, sus fundadores hubieran sido ministros y altos cargos franquistas. Ellos, afirman, también tuvieron sus muertos en la guerra (cierto: convenientemente glosados y honrados durante décadas); muchos de ellos, religiosos, mártires de la fe.

Los hermanos Paúles, dueños de lo que ahora es una escuela universitaria que, antes, era gestionada como colegio por el Lumen Dei (mirabile dictu!) y antes aún por los propios Paúles como colegio y como su seminario, cuentan, en su web Vicencianos, lo que sucedió en esos edificios en la guerra: “La casa de Hortaleza, grande y bonita (…), era el lugar de nuestro Seminario Interno (…). Los milicianos, animados por el odio a la religión (…), bajo la presión de violentos interrogatorios y de torturas, obtenían (…) los lugares en que estaban escondidos los (…) objetos preciosos de la comunidad. Algunos, que intentaron escapar vestidos de laicos, fueron reconocidos como religiosos y, por ese único motivo, (…) fusilados. Otro, ante una multitud enfurecida, con su rosario en la mano, fue abatido con una bala en la cabeza. De esta casa, fueron masacrados un sacerdote y ocho hermanos”.

Sugirió Rafael Hernando, el amable diputado del PP, que quienes reivindican ahora la memoria histórica de sus familiares republicanos enterrados en cunetas lo hacen al olor del dinero. En los edificios de alrededor de la parroquia de San Matías, aparente escenario de holocaustos, se ve que lo de la memoria histórica del martirio no va con sus dueños, que quieren derribar algunos y construir, en su lugar, un gimnasio con aparcamiento.

Del culto a Dios al culto al cuerpo, previo paso por taquilla, claro. Que el PP apoye algo así es comprensible. Pero, ¿lo es que Ahora Madrid coincida con él en permitir que se destruyan edificios centenarios? ¿No hay un sitio mejor en el distrito para construir un gimnasio que lo poco que queda del casco histórico del barrio? ¿A quién beneficia esa instalación más que a quien se lucra con la venta del terreno? Un poco de sensatez, por favor.

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